Los vecinos de la calle Dato temen la reapertura de una conflictiva discoteca

El Ayuntamiento de Zaragoza revocó hace unos meses la licencia de un local de ocio nocturno debido al largo historial de denuncias que acumulaba, pero el pub ha ganado en los tribunales y los residentes temen que pueda volver a abrir.

La discoteca Casa Manelelor a la que se le revocó la licencia está situada en el número 18 de la calle Eduardo Dato.
La discoteca a la que se le revocó la licencia está situada en el número 18 de la calle Eduardo Dato.
L. R.

Desde hace unos cuantos meses, los vecinos de la calle Eduardo Dato de Zaragoza duermen un poco más tranquilos. La discoteca Casa Manelelor, situada en el número 18, echó la persiana debido a la cantidad de denuncias y sanciones que acumulaba y, aunque en la calle hay otros locales que siguen afectando al descanso de los residentes, el cierre de este pub les permitió un respiro. No obstante, esta calma tensa puede tener los días contados, ya que la discoteca ha ganado en los tribunales y quienes viven en esa calle temen que retome su actividad.

“Como reabra, pongo el piso a la venta”. Así de tajante se muestra Juan (nombre ficticio), un vecino de la calle que ni siquiera vive encima del local, sino en el bloque de al lado. “Tenemos miedo porque la jueza ha dado la razón a la discoteca y podría reabrir”, manifiesta el afectado.

Al parecer, según este vecino, el local tenía denuncias por tener las salidas de emergencia bloqueadas y superar los niveles de ruido permitidos. Juan confiesa que, durante el tiempo que el pub permaneció abierto, “era imposible vivir”. De hecho, comenta que, siempre que podía, se iba fuera a pasar el fin de semana. Y lo mismo hacían otros vecinos de su misma zona. “Tengo una habitación insonorizada y un día vino a medir los decibelios la Policía Local. El agente alucinaba con los resultados”, apunta. A finales de 2016, las mediciones superaron los 30 decibelios en algunas viviendas de la calle.

Los vecinos de esta céntrica zona de la ciudad conocieron la sentencia hace un par de semanas y no están dispuestos a que estas situaciones se vuelvan a repetir, por ello reclaman a los propietarios de los locales de ocio nocturno el cumplimiento de las legislación o la instalación de aparatos inteligentes para acabar con el ruido. “Es muy sencillo, si no los cierran que pongan un limitador telemático y cuando se superen los niveles de ruido permitidos, que alerte automáticamente a la Policía”, explica.

Desde el Ayuntamiento de Zaragoza explican que revocaron la licencia del pub pero que la justicia ha dictaminado que esa anulación no es válida “por una cuestión de forma”. Las mismas fuentes aseguran que acatarán el procedimiento y que han recurrido la sentencia.

 “Esto es la selva”

Aunque en estos momentos la principal inquietud de los vecinos es el futuro de la discoteca clausurada, esta no es, ni de lejos, la única de sus preocupaciones. En la calle hay otros bares que permanecen abiertos, algunos de ellos incluso entre semana, aunque Juan reconoce que de lunes a miércoles molestan “lo justo”. El “infierno” comienza a partir del jueves, cuando los locales se llenan y decenas de personas que salen de fiesta se congregan en sus inmediaciones.

Estas aglomeraciones son, según los vecinos, las que generan el ruido y los tumultos que tienen que soportar cada fin de semana. “Es imposible vivir aquí. Nos levantamos con vómitos en la calle, vasos con restos de bebida, sangre provocada por las peleas…”, lamenta el residente. Y es que las agresiones en esta zona de ocio también se repiten a menudo, según Juan. “Ya ha habido un muerto, ¿cuántos más tiene que haber para acabar con esto?”, se pregunta el vecino, que recuerda el caso de Sami, el joven de 20 años fallecido en una reyerta en la calle Princesa. “Dos horas antes del asesinato ya llamé desde el fijo a la Policía Local porque había jaleo. Era la crónica de una muerte anunciada”, señala Juan.

Al margen de los acontecimientos más graves, como el del pasado 18 de noviembre, los vecinos conviven con otros factores que perjudican su salud y sus quehaceres cotidianos. “Estoy mucho más irritable, y se de gente que ha tenido que estar con tratamientos para la ansiedad a causa del ruido”, asegura Juan, que denuncia que los actos vandálicos en Eduardo Dato también son frecuentes. “Este fin de semana aparecieron tres coches con los retrovisores rotos en el suelo y una moto tirada”, advierte.

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