"¿Le puedo pagar el cortado con tarjeta?"

Desde el 1 de enero los taxistas deberán cobrar con dinero de plástico. Pero ¿se puede pagar así un café en Zaragoza?

Pago con tarjeta de crédito en un comercio de Zaragoza
Pago con tarjeta de crédito en un comercio de Zaragoza
José Miguel Marco

El próximo 1 de enero, todos los taxistas estarán obligados a cobrar, si así lo requiere el cliente, con tarjeta de crédito. Este importante paso es el reflejo de un fenómeno imparable: la expansión del dinero de plástico a todos los niveles, incluso en pagos mínimos como un café o una barra de pan. Pero ¿en qué medida aceptan los comercios en Zaragoza estos importes?

Casi siete de cada diez comercios en España admiten ya el cobro con tarjeta, según el último barómetro de medios de pago de Mastercard. En el caso de los negocios de restauración, esta cifra aumenta hasta el 81%. Javier Esteban, propietario de AJ Cash, destaca los beneficios del dinero de plástico: “El efectivo al final es un problema para cualquiera que lo tenga que manejar. Si pagas con tarjeta, esa factura es revisable. Si puedes evitar tener todo ese dinero en metálico reduces el riesgo de robos, no debes estar pendiente de tener suelto y no tienes la necesidad de viajar tanto al banco”, sintetiza.

“En el sector de la hostelería ya es posible pagar con tarjeta en más de un 90% de los establecimientos”, explican desde la Asociación de Cafés y Bares de Zaragoza. Algo que varía en función de la ubicación: en el centro está mucho más extendida esta práctica.

Un recorrido por la ciudad da cuenta de las diferencias entre zonas. Bares como Espumosos (Cinco de Marzo) o La Factoría (Sanclemente) aceptan cualquier pago con dinero de plástico. “Al principio nos fastidiaba cobrar un café con tarjeta, pero el sistema está cambiando. Cada día es más habitual, qué le vamos a hacer. Ayer mismo tuve una cuenta de 1,40 euros”, explica Juanjo Gracia, responsable de ambos locales.

“Como se suele decir, en la venta está la ganancia”

En el estanco de plaza Santa Engracia solo lo admiten a partir de un paquete de tabaco (o 4 €), y sin embargo en el de Predicadores 5-7 no ponen límites. “A nosotros, cuantos más clientes mejor; como se suele decir, en la venta está la ganancia”, ilustran en este local. Lo mismo en la Bombonera Oro, en el Coso, y en una tienda de complementos al comienzo de la calle de Alfonso.

En el centro también hay excepciones. Los quioscos de prensa de Independencia, por ejemplo, no admiten tarjetas, como explica David, que regenta el de la plaza de España. “Solo tenemos periódicos y revistas. El otro día me vinieron unos de Madrid o Barcelona y se fueron sin la revista porque entre todos no tenían 6 euros sueltos. Eso tampoco es normal, con tanto cajero alrededor, ¿no?”, se pregunta.

En las farmacias suelen anunciar que solo a partir de una cantidad se puede pagar con tarjeta, pero en la práctica hay manga ancha. “Tenemos el cartel de un mínimo de 10 euros, pero si hemos pasado un medicamento de 3 euros y el cliente nos dice que no tiene metálico, casi nos cuesta más anularlo que deshacer el proceso. Además, puede haber medicinas delicadas y no vas a hacer al cliente ir al cajero”, explican en la farmacia A. Borau, en Independencia.

En otras farmacias como la de Manuel Allende, en valle de Broto, no tienen un mínimo para pagar con tarjeta.

En las cadenas Martín Martín o Tiger hay total libertad para pagar con tarjeta. En Frutos Secos el Rincón, sin embargo, se fija en 4 euros.

Al salir del centro, sobre todo en bares y tiendas de alimentación, el uso de la tarjeta está mucho menos extendido. Ni en el bar Entrevalles (Valle de Oza), ni en el café Siresa, ni en Frutos Secos Dálmata (ambos, en Monasterio de Siresa) aceptan dinero de plástico. En la papelería Carlin (Marqués de la Cadena) ponen el límite en 12 euros: “Si no, no compensa”, aseguran.

¿Un descuento para quienes paguen con tarjeta?

Hasta ahora, todos estos negocios ponían impedimentos debido a que los bancos cobraban un porcentaje del producto con un mínimo de unos 50 céntimos; de este modo, pagar el periódico o un cortado con tarjeta implicaba una importante reducción de los ingresos. Pero ahora el sistema ha cambiado.

Victoria Sánchez, responsable de Medios de Pago de Ibercaja, explica que los clientes disponen ahora de varias posibilidades. “Las entidades solemos tener diferentes tipos de tarifas: una plana, en la que cobras una cantidad fija mensual donde englobas todo -lo que correspondería a la tasa de descuento y los costes del aparato- y que resulta muy cómoda para el comercio, y también la opción de desglosar, cobrando una tasa de descuento y una comisión de mantenimiento del TPV” (terminal punto de venta).

Por cada 3.000 o 4.000 operaciones pagas 40 euros, independientemente de los importes, dice Esteban. “Ya no existe el miedo a hacer esos pequeños cobros con tarjeta”, añade, y aporta un ejemplo definitivo: “Yo tengo clientes que incluso están pensando en hacer descuentos por pagar con tarjeta, porque así se evitan hacer movimientos con dinero en efectivo; así no tienen que ir al banco, por ejemplo”.

La responsable de Ibercaja destaca además la importancia del transporte, que en ciudades como Zaragoza, y a través de instrumentos como la tarjeta ciudadana, ha popularizado el pago con dinero de plástico. “Lo que se pretende es que cada vez se abarque más los pequeños importes, que no nos dé tanto apuros pagar el café de la mañana con tarjeta”, abunda Sánchez.

La proliferación del móvil

Según el Banco de España, el número de tarjetas en circulación se incrementó en España en 2017 en un 6,4%, para un total de 79,3 millones de tarjetas emitidas. De ellas, 52,4 millones eran de crédito (un 7,4% más) y 26,9 millones de débito (un 4,6% más). El año pasado se llegó “a 3.429 millones de operaciones, con un valor global superior a los 135.247 millones de euros”, con importantes incrementos sobre el año anterior. Por otro lado, mientras que el número de cajeros electrónicos en España se ha mantenido estable desde 2014, el volumen de TPV ha experimentado un crecimiento exponencial desde 2013, al pasar de casi 1,3 millones a 1,7 el año pasado.

A todo esto se añade la proliferación de sistemas de pago con el móvil, un auténtico filón para todas las partes, pero que tiene varias piedras en el camino que esquivar, desde dificultades técnicas o informáticas en los dispositivos de cobro hasta el cambio cultural que exige.

Uno de los objetivos de la Unión Europea es precisamente fomentar estas prácticas, y de ahí su directiva PSD2, que regula los servicios de pagos digitales. “La PSD2 establece una serie de controles para eliminar la sensación de inseguridad ante esos pequeños importes, por ejemplo limitando el número de veces que encadenas pagos por debajo de 20 euros”, desgrana Victoria Sánchez.

Todo con el objetivo de vencer esa guerra al efectivo. Una contienda en la que España va dando pasos, pero sin prisas. Lejos aún, por ejemplo, de países como China, donde cada vez son más los habitantes que salen de casa sin billetera.

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