Las Fiestas del Pilar se sienten de plaza en plaza

No hay ensanche o glorieta que estos días no albergue un espectáculo. Humor, magia, títeres o jotas, las plazas están a tope

Los peques dan instrucciones a Pelegrín durante su paseo.
Los peques dan instrucciones a Pelegrín durante su paseo.
Guillermo Mestre

Cuentan los más viejos del lugar que hace muchos, muchos años, una ardilla podía cruzar la península Ibérica saltando de árbol en árbol, sin tocar el suelo. Realidad o ciencia ficción, quién sabe. Lo que sí es cierto es que un ser viviente con ánimo fiestero puede atravesar de plaza en plaza el centro de Zaragoza sin dejar de disfrutar de espectáculos de toda clase y condición. Y eso, señoras y señores, niños y niñas, está testado y corroborado. Para muestra, cuatro botones.

Primer botón. En la plaza de los Sitios, entre los puestos de artesanía variada y los de embutidos, quesos y alfajores, se alza la carpa del Teatro Arbolé, donde los títeres de cachiporra hacen de las suyas en los pases de cinco y media, seis y media y siete y media. Ayer, el protagonista de la barraca, el pequeño Pelegrín, se dio un accidentado paseo en la primera sesión, se convirtió en marinero en la segunda y demostró sus dotes circenses en la tercera. Y todo bajo la atenta mirada y las entusiastas indicaciones de decenas de chiquillos, muchos de ellos todavía con chupete, que siguieron embobados el espectáculo de marionetas. No falla. Un pequeño escenario elevado, unas cortinillas aterciopeladas, unos moñacos que nunca tienen pies y unas cuantas voces impostadas. Ah, y cachiporrazos a troche y moche. Oigan, mano de santo. Éxito asegurado.

Segundo botón. En la plaza de San Pedro Nolasco, rebautizada como plaza de la magia, se vieron ayer cosas increíbles. Mentalismo, predicciones, espadas, escapismo, fantasías, ilusión y hasta una persona partida por la mitad metida dentro de una caja de madera. El Sótano Mágico presenta... ¡tachán tachán! ... Deive & Ébano, transportando a otra dimensión a los asistentes al ‘show’, niños y mayores que se desgañitaban para salir al escenario y participar en los números. Aun a riesgo de que el mago los hiciera desaparecer, y quién sabe a dónde podrían haber ido a parar...

Tercer botón. En las Fiestas del Pilar no pueden faltar las jotas. Y el público lo agradece, y mucho. No había más que ver el entusiasmo con el que el respetable asistió al recital a cargo del grupo FFAMA. No había ni un sitio libre en las sillas dispuestas frente al escenario de la fuente de Goya de la plaza del Pilar, y mucha gente tuvo que quedarse de pie disfrutando del espectáculo. Que arrancó aplausos, vivas y sonrisas de satisfacción. Y es que la jota en la capital aragonesa es un acierto seguro, sean fiestas o no.

Risas y música

Cuarto botón. Risas y música no hacen nada de mala pareja. Eso debe pensar Lolo Fernández, que desafió a la incipiente lluvia en la glorieta del Esperanto con su espectáculo de humor y piano de cola. Bueno, quién sabe qué suerte de cordajes y resonancias tiene un instrumento del que emergió un niño mofletudo, más que criado, después de que el artista lo hiciera ‘desaparecer’ a la vista de todos los asistentes. Pero bueno, ¡si se le veían las piernas por detrás de la cortina! "Es que las tiene muy largas", se disculpaba Lolo...

El jienense trae a Zaragoza el espectáculo ‘Piano, piano’, en el que cuenta con la colaboración del danés Morten Jespersen, el contrapunto serio de la pareja. Bueno, serio de boquilla, porque mientras tocaba el piano el pobre no podía evitar que se le escapara la sonrisilla ante los disparates de su ‘partenaire’, que trajo loco a los asistentes, a muchos de los cuales embaucó y enredó, para regocijo del resto.

Son solo cuatro ejemplos. Pero en el peregrinar de plaza en plaza (por las aceras, no por los árboles), esta periodista se encontró con dos charangas, unos bailarines de tango y un señor dándole a la batería en una esquina. Cosas de las fiestas.

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