Cierra otro comercio histórico de Zaragoza

La joyería-relojería Pérez de Mezquía abrió sus puertas en 1935 y la caída de las ventas obliga a cerrar el negocio a la tercera generación.

Fachada de la relojería-joyería Pérez de Mezquía, este lunes, con grandes carteles de liquidación.
Fachada de la relojería-joyería Pérez de Mezquía, este lunes, con grandes carteles de liquidación.
Guillermo Mestre

Desde relojes de pulsera con complicaciones hasta monumentales controlados por microprocesadores. Nada se ha resistido en el mundo de la relojería a la familia Pérez de Mezquía, que después de 83 años ha decidido cerrar su tienda de la calle de San Miguel de Zaragoza, uniéndose a la lista de comercios históricos que han echado la persiana. En sus fachadas se pueden ver desde hace unos días grandes carteles de liquidación de existencias.

El actual responsable, Fermín Pérez, asegura que han “aguantado” la crisis todo lo que han podido, pero asegura que las ventas de relojería han bajado “muchísimo” y, por tanto, ahora toca a su pesar cerrar el negocio. Pérez incide en que aún no tiene fecha para cerrar, por lo que aún tienen meses por delante para liquidar “a buenos precios”.

Pérez de Mezquía comenzó en 1935 con un taller que abrió el abuelo Fermín, que gracias al impulso de sus hijos Jesús y José se convirtió en una de las tiendas de referencia de la ciudad. En sus escaparates se llegaron a exhibir las creaciones de una de las marcas más exclusivas del mundo, la relojera suiza Vacheron Constantin. Al mismo tiempo, expandieron el negocio a la relojería industrial y monumental, del que siguen siendo una referencia.

Aunque miles de aragoneses se han comprado un reloj o una joya en su tienda a lo largo de tres generaciones, muchos más escuchan a diario la labor callada de su trabajo. Pérez de Mezquía se encarga de que las torres del Pilar y La Seo den la campanadas a tiempo, al igual que la hora exacta en los relojes del Pignatelli, sede del Gobierno de Aragón, de la Diputación Provincial de Zaragoza (DPZ) o en la cercana sede del Banco Santander, en el Coso. También lleva su firma el reloj floral de la plaza de Santa Engracia.

De hecho, es el relojero de las principales instituciones y monumentos de Aragón, para los que hacen obras a su medida a la hora de revivir relojes y torres. Más de un centenar de campanarios han vuelto a dar las horas en iglesias repartidas por todo Aragón, para lo que Pérez de Mezquía ha recurrido a distintas tecnologías, como el carrillón electrónico y los toques de campana programados. De este modo, se puede escuchar el himno de la Virgen del Pilar en Zaragoza o el del primer Viernes de Mayo en Jaca.

Fermín Pérez señala que su última creación permitirá escuchar melodías por megafonía en la casa consistorial y en la iglesia de Fayón gracias a un reloj patrón. Lo que no pudo aclarar es quién se encargará en unos meses de atender los relojes monumentales, de los que quedan menos de una decena de especialistas en España.

Pérez de Mezquía no ha podido resistir la caída de las ventas, como le ha ocurrido a dos de cada tres joyerías de la ciudad en la última década. En su caso, se une el hecho de que sea un negocio histórico, aunque el goteo de cierre de referencias comerciales en Zaragoza ha sido constante. El año pasado le tocó el turno a la zapatería El Pelícano, en el Coso, de cuyos muebles y decoración de Los Certales no queda rastro en la nueva zapatería que ocupa el mismo local de la calle de Alfonso I. Y lo mismo ocurrió con la 'boutique' Carrión tras 75 años de trayectoria. Con antelación lo hicieron la tienda de instrumentos Biu, la joyería Baena o la platería Aladrén.

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