Zaragoza

Miradas constantes al río en los pueblos ribereños

La calma viene de los trabajos de prevención que se están haciendo. La tensión, del agua que empuja un Ebro desbordado. La posibilidad del desalojo es grande.

Novillas se prepara para la crecida del Ebro
Oliver Duch

Los habitantes de los municipios de la Ribera Alta del Ebro viven con preocupación las horas previas a la punta de la crecida extraordinaria del río, al que no dejan de mirar de reojo, aunque al menos con la tranquilidad que da ver que las medidas de protección han llegado a tiempo. Calma y tensión, por tanto, se mezclan en las caras y en las palabras de los vecinos y vecinas de las localidades de la Ribera Alta. La calma está en la tierra. La tensión, en el agua.

La calma viene de los trabajos de prevención que se están haciendo. La tensión, del agua que empuja un Ebro desbordado. La posibilidad del desalojo es grande.

La primera localidad que visita el río a su paso por Aragón es Novillas, donde la Unidad Militar de Emergencia (UME), movilizada el jueves, lleva todo el día instalando medidas de contención en las calles más vulnerables a la avenida.

La prioridad es proteger los domicilios, que en riadas anteriores, como las de 2003 y 2015, quedaron anegados. Es el caso de Isabel, que se mudó hace justo una semana a una de las casas más cercanas al cauce y que se ha visto obligada a proteger sus muebles recién trasladados para que no sufran daños. "Teníamos que haber esperado una semana más", se lamenta ahora.

Como buena parte de los vecinos de la zona, responsabiliza a las autoridades por no limpiar el río, pero se muestra agradecida con sus nuevos conciudadanos, una gente "muy acogedora" que para cualquier cosa le dicen: "Aquí tienes mi casa".

Una de las mujeres que se disponía a hacer la compra matutina, aunque sin perder de vista el río, señala una mota construida a raíz de la última crecida extraordinaria como la causa de la mayor tranquilidad con la que viven este episodio.

"Estamos encantadas", dicen otras dos, que reconocen que en esta ocasión se han tomado medidas o que, incluso, la Virgen del Rosario, patrona de la localidad, les ha protegido esta vez.

En las inmediaciones de lo que era un campo de fútbol, hoy completamente anegado, han estado trabajando parte de los 200 efectivos del despliegue de la UME en la zona, en esta ocasión taponando varias calles para evitar que el agua llegara a los domicilios.

Concretamente, lo han hecho con maquinaria y sistemas para levantar cubos rellenos con un par de metros cúbicos de tierra, lo cuales servirán como una nueva mota de 1,2 metros en el casco urbano. El trabajo, esta vez, se ha hecho a tiempo, no con el agua en las calles.

Cerca, una caseta con el nombre de Novillas indicaba que el nivel del río se acercaba peligrosamente a los 8 metros de altitud, no demasiado lejos de los máximos alcanzados en 2003 y 2015.

El puente contiguo, que une la localidad con Tauste, ha tenido que ser cortado, ya que el agua, que bajaba con bravura y excediendo de largo lo que viene a ser su curso habitual, había alcanzado la carretera.

Justo al lado, el Ebro también sumergía a medias un cartel con lo que los vecinos claman como única solución: "Limpieza ya o ruina total". Esta misma tarde se espera la punta de la crecida en este municipio.

Varios kilómetros más abajo están Pradilla de Ebro y Boquiñeni, el primero en la margen izquierda y el segundo, en la derecha, hoy incomunicados el uno con el otro debido a la avenida.

Más preocupados se veía a los vecinos de Boquiñeni, que esperan la punta para esta madrugada, entre las 2 y las 4, según los expertos del lugar, por lo que muchos de ellos ya se van concentrando en los caminos próximos al río para ver su evolución.

Es una carga más "psicológica" y de "desasosiego" que otra cosa, apunta uno de ellos, que señala a una mota justo enfrente como responsable de su sufrimiento.

Junto con varios hombres concentrados en el lugar mira un poste de colores que se ve a lo lejos. En cuanto cubra el color amarillo y rebase el rojo significará que se verán obligados a abandonar sus casas, como ya ocurrió en 2015 y como ya han hecho con los dependientes y algunas personas mayores de la localidad, siete de ellos trasladados en ambulancias a residencias cercanas y el resto, acogidos por familiares.

Mientras tanto, reciben con tranquilidad noticias desde aguas arriba, desde Navarra, donde les dicen que la punta en Castejón de Ebro no ha sido tan alta como se esperaba, y que el río Arba, desbordado en los días previos, también ha desembocado menos caudal del esperado.

De hecho, en lo que duraba esta conversación y consultaban papeles con los datos del caudal en diversos puntos, se veía claramente cómo el Ebro, en ese punto, ha cedido unos centímetros; pero saben que lo peor podría llegar esta noche, así que están preparados para ser desalojados en cualquier momento.

En el caso de esta localidad ribereña el agua sí que ha entrado en las calles, tanto por desbordamiento como por filtración a través de las tuberías, y ya amenaza los garajes y naves más bajos.