El Ayuntamiento de Zaragoza empieza a oler a tierra quemada

El golpe de mano de ZEC en las sociedades municipales dinamita las relaciones con la oposición y abre una etapa de ruptura que solo resolverán las elecciones de 2019.

Pedro Santisteve, junto a los ediles Teresa Artigas y Alberto Cubero, el pasado miércoles.
Pedro Santisteve, junto a los ediles Teresa Artigas y Alberto Cubero, el pasado miércoles.
Oliver Duch

El 27 de mayo del año 2015 se reunió el plenario de ZEC en el centro cívico de La Almozara. Solo habían pasado tres días de la jornada electoral en la que ZEC logró ser la primera fuerza de una izquierda que sumaba mayoría en el Ayuntamiento de Zaragoza. Unas 200 personas debatían acaloradamente sobre qué hacer con el caudal de voto recibido. Un simpatizante alzó su voz para decir que el PSOE y CHA solo tenían dos opciones: o ellos o el PP, que era el partido que había ganado las elecciones. No había negociación posible, ni concesiones. A votar y punto. Pedro Santisteve se convirtió en alcalde el 13 de junio de 2015 con los apoyos de socialistas y nacionalistas.

No hubo amago de coalición, ni pacto de estabilidad. Solo un gracias que quedó perdido en las últimas líneas del discurso de investidura. Era la estrategia del "o lo tomas o lo dejas" que impuso ZEC aquel día y que ha mantenido durante toda la corporación hasta desquiciar a sus socios, sobre todo a un PSOE con el que la ruptura llega a lo personal.

Con estos mimbres ha construido Santisteve su mandato hasta saltar al precipicio con su última y más controvertida decisión: vulnerar los acuerdos por los que en julio de 2015 se fijaron las reglas del juego en las sociedades municipales, que ante la compleja aritmética política se ciñeron al resultado de las urnas. Ha destituido a parte de los concejales de la oposición para hacerse con la mayoría de los consejos de administración con un extra de humillación para sus socios: lo ha hecho en vísperas de la aprobación definitiva del presupuesto, sabedor del escaso margen de PSOE y CHA para desmarcarse, dado que también están en juego las cuentas del Gobierno de Aragón, que se votan solo dos días después.

Consciente de que el escenario de la moción del censura es imposible al requerir un acuerdo entre populares y socialistas que no admitiría ni el PSOE autonómico ni el federal, ZEC rompe la baraja con el convencimiento de que ya amainará, de que a la oposición no le queda más que hacer ruido durante unos días mientras el gobierno se aferra a la gestión para hacer campaña hasta 2019. La tibieza del presidente Lambán, más pendiente de sus propios intereses, ha alimentado el relajo con el que ZEC encara su ruptura con la oposición en bloque.

El gran problema con el que llega Santisteve al final de su mandato es el escaso grado de cumplimiento de sus compromisos. No puede vender ni municipalizaciones, ni una política social que vaya más allá de lo que se hace en Zaragoza desde hace décadas, ni una transformación sustancial de la movilidad o el urbanismo. Necesita algo y no quiere perder el tiempo en negociar, aunque sea a costa de dinamitar su propio relato político y bloquear lo que queda de corporación (están pendientes el reglamento de participación ciudadana, el plan de movilidad sostenible y múltiples modificaciones presupuestarias o del PGOU, además de las cuentas de 2019, en las que ya nadie confía).

De momento, ha empezado a descabezar algunas sociedades (primero Ecociudad, a la espera de que llegue Zaragoza Cultural) para colocar a su gente. Además, ve en estos entes públicos la vía para imponer proyectos políticos sin consenso, como las municipalizaciones. Y en ZEC se sonríen ante la posibilidad de evidenciar la incapacidad de la oposición, sobre todo de los socialistas con los que se disputan la hegemonía en la izquierda, para plantear una alternativa, mientras ellos gestionan en modo apisonadora.

Los veteranos del Consistorio, los que llevan a gala ese arraigado municipalismo que pasa por el principio de que "el pleno manda", no dan crédito. Como decía un funcionario hace unos días, "si esto lo hace el PP, tenemos otra vez el 15-M en la plaza del Pilar". ?Aquellos que pasaron de la movilización de las calles a las instituciones con la promesa de construir con transparencia y participación una nueva política han acabado expulsando a la oposición de los consejos de administración. Y sin una asamblea ciudadana o una triste consulta a las bases. ?

¿Y qué pasará ahora? Aunque la oposición por ahora ha estado instalada en el pataleo, como previó ZEC, empieza a componer una respuesta unitaria que compensa su falta de alternativa. Es más, articula un relato político ganador: el de un gobierno aislado y autoritario de solo 9 concejales parapetado frente a 22 ediles que exigen democracia.

Pero también ha iniciado una serie de movimientos tácticos, basados en el control de los tiempos y en los complejos equilibrios entre PP, PSOE, C’s y CHA.Con un informe jurídico de dos catedráticos de prestigio, estos grupos han preparado una batería de medidas que harán públicas el martes, en plena semana de aprobación de los presupuestos, y con las que confían en ejercer una presión tan dura que el gobierno se vea obligado a ceder.

Pero pase lo que pase, haga lo que haga ZEC, la corporación está acabada. Con las relaciones personales muy deterioradas, las opciones de diálogo entre gobierno y oposición en lo que queda hasta las elecciones son remotas. "Después de lo que ha pasado, ZEC solo puede elegir entre lo peor y lo mucho peor", comenta un edil. Todo empieza a oler a tierra quemada. Solo queda que los ciudadanos juzguen en 2019.

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