Operación alcalde

Con o sin DUI, la estrategia del ‘cuanto peor mejor’ que sigue el separatismo radical ya ha surtido efecto. Podemos y sus satélites comunes, abonados a la ambigüedad calculada y la ganancia en río revuelto –dos repúblicas por el precio de una, dice José Ignacio Torreblanca–, son un ejemplo de la capacidad autodestructiva de este proceso. Al núcleo duro podemista se le acaba el amor de tanto usarlo. Hasta el punto de que la que fuera la imagen icónica de su nacimiento parlamentario, Carolina Bescansa, claudica –suma y sigue– reprochando a Iglesias que tenga más proyecto para los secesionistas que para España. Los efectos corrosivos del ‘proceso-procés’ avanzan imparables. Observen también al alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve, que ha pasado de apoyar con Colau el falso referéndum a multiplicarse en una operación de imagen, después de sufrir el mayor desaire que jamás haya soportado un munícipe en el balcón consistorial y en la plaza del Pilar. Inaugurando un potrero y hasta jugando al pádel lo hemos visto, y no ha sido para proteger a su concejal de Deportes de los abucheos que recibió en un torneo similar. Sabe que ha quedado tocado en su crédito político.