La tuberculosis acaba con la ganadería brava de Murillo Romeo

El Gobierno de Aragón le ha obligado a sacrificar 128 cabezas de las 280 que tiene dadas de alta.

Imagen de archivo de la finca de José Antonio Murillo Romeo.
Imagen de archivo de la finca de José Antonio Murillo Romeo.
M.R.

En La Taustana (Tauste) ya no pasta el ganado de José Antonio Murillo Romeo. Casi dos décadas dedicadas a la crianza de bravo se han ido al traste por un brote de tuberculosis, el segundo de importancia que sufre la ganadería en cuestión de año y medio. En noviembre de 2015 ya se vio obligado a eliminar 75 animales; ahora, tras 88 nuevos positivos en la enfermedad, el Gobierno de Aragón le ha exigido sacrificar 128 cabezas de las 280 que tiene dadas de alta. “Un palo demasiado gordo como para seguir con esto”, lamenta.

La pasada semana, tras conocer los malos resultados que había arrojado el control sanitario, Murillo Romeo se reunió con representantes del Ejecutivo autonómico para valorar la situación y comunicarles que abandona. No le quedan fuerzas para reponerse de la pérdida de alrededor del 50% de la explotación. “Ha sido la peor decisión de mi vida, pero no tenía otra opción”, señala el ganadero, que ve “cosas extrañas” en la situación que le está tocando atravesar.

“Los profesionales que me trasladaron el informe me aseguraron que los resultados estaban alterados, que no eran muy normales”, subraya, y prefiere “no pensar más” en lo que ha podido pasar. “Desconozco las razones del contagio. Solo sé que me permitían quedarme únicamente con 70 machos y 40 hembras, aproximadamente. Por ello decidí dejarlo”, añade Murillo Romeo, que desde el lunes se encuentra en el matadero de Pamplona para acabar con las reses.

La carne de los animales que no hayan dado positivo podrá ser vendida posteriormente; la comercialización de la de los enfermos dependerá, sin embargo, del criterio del matadero. “Hay disparidad en las ciudades a la hora de tomar decisiones de este tipo. Algunos mataderos lo autorizan y otros no. Si la tuberculosis no ha provocado lesiones aparentes -es obligatorio realizar una exploración visual previa- es posible que las piezas se distribuyan. Pero no siempre es así”, aclara Luis Miguel Cebrián, doctor en veterinaria, y subraya que “esta bacteria se puede transmitir al ser humano por vía aérea, pero el consumo de la carne jamás puede derivar en contagio".

Al respecto, Cebrián recuerda que “para elaborar medidas preventivas sí existe un programa oficial que redacta el Gobierno de España y ha de ser aprobado por la Unión Europea”. Por ello, ensalza que “es necesario que los ganaderos se conciencien y lo cumplan a rajatabla, y que la administración -en este caso el Gobierno de Aragón- haga un estudio epidemiológico de los casos positivos”.

Asimismo, como parte de la bioseguridad, Cebrián entiende que los empresarios han de ser escrupulosos al adquirir nuevos animales y de minimizar el contacto con la fauna silvestre. “Esta es la gran preocupación del sector. Ha aumentado el número de plagas de jabalíes, ciervos o conejos y es imposible definir un control. De ahí que sea complicado erradicar la tuberculosis bovina”.

Desde el Gobierno de Aragón, el director general de Alimentación y Fomento Agroalimentario, Enrique Novales, reconoce que lo ocurrido con Murillo Romeo es “atípico” y adelanta que las pruebas se estudiarán “en profundidad” para determinar el origen de la bacteria. “El principal perjudicado es él, pero para la administración tampoco es una coyuntura fácil. Intentamos ser sensibles, pero la mejor salida era acabar con la ganadería. Fue una decisión consensuada porque hubiese tenido muchas dificultades para proseguir con la actividad en el festejo popular”, explica Novales, y concluye remarcando que "el ganadero recibirá la indemnización pertinente”.

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