La importancia del ocho que ochenta

Aunque nadie avisó del retraso, la sesión comenzó una hora tarde porque los grupos no se pusieron de acuerdo con el número de propuestas que iban a presentar.

Mala cosa cuando la junta de portavoces corrige a la sabiduría popular. Aunque afirma el dicho que "da igual ocho que ochenta", cuando de propuestas de resolución se trata hay que medir muy bien si se presentan seis o veintiuna o trece millones, una por cada nave de las que anunciaban que llegarían de Raticulín. Porque el Ayuntamiento, en ocasiones, se parece mucho a la constelación de Ganímedes y ayer sus moradores hicieron gala de extrañas aritméticas desconocidas hasta la fecha, que fascinarían a los conspiranoicos.


El caso es que la segunda sesión del debate de la ciudad comenzó ayer una hora tarde porque los próceres no lograron consensuar cuántas ideas se debatirían. Para más inri, ya en el fragor de la batalla, hubo intervenciones por alusiones –de Azcón a Pérez, y de Pérez a Azcón– para discernir quién había sido el culpable del retraso. Esta ‘hora menos en Canarias’, en lugar de ser un castigo, cayó como una bendición en las cafeterías más próximas a la plaza del Pilar, donde recalaron concejales, asesores y plumillas para matar el rato. Este receso obligado –incluso antes de empezar– sirvió para coger fuerzas, engullir churros y porras sin pestañear emulando a Terelu Campos y escuchar chascarrillos en torno a cómo unos y otros habían visto al alcalde el día anterior (incluso con rayos X en los párpados como en el caso de Lambán).Desde el siglo pasado

No fue un bar de toda la vida sino un cibercafé lo que parecía buscar el concejal Pablo Muñoz, que defendió en el pleno una propuesta de ZEC en favor de las conexiones ‘wizi’ y el acceso a internet con ordenadores en los edificios públicos. De todo menos de ‘millennial’ calificaron los grupos a Muñoz, argumentando que eso del wifi municipal está más pasado que –permítase– la momia de Lenin. Ay, camarada, también es mala suerte porque fue precisamente Cubero el que se llevó los dardos de los maledicentes, que bromearon diciendo que, con su pasión por la revolución de octubre, el concejal de Personal "es más del siglo anterior que del presente". La propuesta de tecnología binaria con manivela decayó, pero sí salió adelante otra del PP que pedía que no se den más "palos de ciego" –muy siglo XXI esta expresión también– con las políticas de ‘smart city’.


Por cierto, que a Azcón no debería sorprenderle que con las máquinas de bombillas estilo Alan Turing con las que trabaja el gobierno municipal aún no se hayan tramitado 32 de las 87 mociones –según cifró el portavoz del PP– que se han llevado a pleno en los últimos 17 meses. Estas cosicas requieren su tiempo. ¿O acaso insinúa Azcón que no hay voluntad democrática para llevarlas a término? Ay, impacientón, que cada día tiene su afán como decía Santa Teresa. ¿O lo decía Terelu? Qué extraño todo.

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