La convivencia en San Pablo se deteriora y los vecinos exigen cámaras de seguridad

Denuncian ante la Policía amenazas de muerte por parte de vendedores de droga.

Los problemas de convivencia en San Pablo se han acentuado en las últimas semanas. Aunque el conflicto viene de atrás, parece estar recrudeciéndose. Los residentes en las calles de San Pablo y de Cerezo difundieron ayer un vídeo por las redes sociales en el que quedan registradas varias amenazas de muerte por parte de vendedores de droga que acostumbran a rondar una zona conocida como las Cuatro Esquinas. Los vecinos y comerciantes del distrito han reunido ya más de 500 firmas para que el Consistorio instale cámaras de vigilancia que velen por su seguridad y disuadan a los delincuentes de asentarse en las calles del Gancho.


El tema se debatió en la última comisión de Acción Social, en el que la vicealcaldesa Luisa Broto aseguró que se trata de un problema de convivencia "serio y cronificado", aunque los residentes en el barrio van más allá y se quejan de problemas de ruido, de suciedad y, sobre todo, de inseguridad al pasear por sus calles. El pasado fin de semana se vivió otro desagradable incidente cuando, al ser reconocido uno de los traficantes que había proferido amenazas de muerte a una joven, la Policía fue a identificarlo pero los acusados se enfrentaron a los agentes y la escena acabó prácticamente en una batalla campal en la que volaron botellas y bolsas de basura.


Lamentan los vecinos que las primeras advertencias sobre cómo se venía degradando el barrio son de 2009 y que, desde entonces, la situación no ha hecho sino empeorar. En 2011 también se trasladó el conflicto al servicio de mediación Amediar, pero tampoco han conseguido resolver un problema que algunos atribuyen más a la pobreza y la marginación que a la delincuencia propiamente dicha. En enero de este año se constituyó una mesa de trabajo con vecinos, comerciantes, trabajadores sociales y representantes de la Policía Local y Nacional. Este foro, no obstante, se ha ido diluyendo porque mientras unos consideran que es necesaria más vigilancia otros aseguran que existe un exceso de patrullas en el Gancho. Así, sin visos de ir a resolverse en breve, algunas familias cuentan que han tenido que adaptar sus rutinas diarias para –por ejemplo– esperar a sus parientes en el portal o quedarse a comer en el trabajo para evitar ir a casa.

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