El Teatro y los gatos de la discordia

Arrecia la polémica por la colonia felina en los restos romanos musealizados. El Ayuntamiento, finalmente, ha trasladado a la DGA todos los informes para que se pronuncie.

La polémica por la presencia de una colonia felina de gatos en los restos del Teatro Romano y los daños que los animales ocasionan acumula cartas de denuncia de expertos en la materia e informes municipales de tenor antagónico. Mientras por un lado los animalistas defienden la coexistencia de los mininos dentro de este bien de interés cultural, responsables del Patrimonio municipal y de Cultura han mostrado su oposición abierta y han descrito unos daños que ha podido comprobar este diario. Después de afirmar la semana pasada que es "compatible" una presencia "controlada" de estos animales, finalmente el concejal del ramo, Fernando Rivarés, ha decidido enviar el expediente con toda la documentación a la Comisión Provincial de Patrimonio, de la DGA, para que dictamine los pasos a seguir y dilucide si se está vulnerando la legalidad en esta materia.


Los técnicos municipales han informado en repetidas ocasiones desde 2015 sobre unos daños que afectan, por un lado, a los propios restos de época romana y, por otro, a instalaciones modernas pensadas para el aprovechamiento museístico del propio Teatro, en especial todo lo que rodea la cabina de proyecciones, actualmente en desuso, así como en lo que hace referencia al funcionamiento de algunas actividades programadas en el museo.


Los defensores de que los gatos permanezcan en el Teatro sostienen, por ejemplo, que voluntarios del programa CES (Captura, Esterilización y Suelta) además de darles de comer, limpian sus excrementos de forma habitual; fuentes de la propia instalación tienen una versión muy distinta y aseguran que son los trabajadores del Teatro los que tienen que limpiar las defecaciones a diario.


La nómina de expertos que han mostrado su preocupación por los daños y su preferencia por que los felinos sean trasladados a otro lugar abarca desde el catedrático emérito de Historia Antigua Guillermo Fatás; los también catedráticos de Arqueología Manuel Martín Bueno, de Zaragoza, e Isabel Rodà, de Barcelona; el profesor titular de Historia del Arte Jesús Pedro Lorente o la ex arquitecta municipal y actual presidenta de la Unesco en Aragón Úrsula Heredia. En este último caso, Heredia también se ha puesto en contacto con la DGA haciendo constar su protesta y aludiendo, de forma directa, a la posible vulneración de la ley aragonesa en esta materia.A simple vista


Los daños existentes pueden constatarse en varios puntos. La malla textil que cubre un antiguo canal ha sido levantada y desgarrada, además de removida la arcilla que hay dentro; también se pueden ver erosiones y arañazos en los mármoles y las piedras en torno a la ‘orchestra’ (el espacio semicircular central) además de disgregaciones en distintos puntos del ‘opus caementicium’ o argamasa de la época, que es de especial fragilidad, y defecaciones acumuladas en pozos.


Sin embargo, donde mejor se pueden apreciar los daños es junto a la cabina de proyecciones, con unos destrozos que en una primera valoración de los informes municipales se cifran en 6.500 euros. Los conductos de climatización han sido agujereados y destrozados, dejando al aire el material aislante, y existe una afección adicional en la propia cabina, que necesitaría una fesinfección y limpieza.

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