La huelga eterna entra en una nueva etapa

El conflicto abre una fase de máxima incertidumbre tras el fracaso de la última propuesta y los nuevos servicios mínimos. Los paros arrancaron en otoño, pasaron el invierno, han entrado en primavera y ya no se descarta que puedan llegar al verano.

Parada de Conde de Aranda a rebosar durante el horario de huelga.
Parada de Conde de Aranda a rebosar durante el horario de huelga.
José Miguel Marco

Aquel 10 de diciembre, a pocos días de las elecciones generales, los usuarios del autobús sufrían quejosos la primera jornada de la que parecía una más de las huelgas del autobús urbano de Zaragoza. Casi cuatro meses después aún no hay Gobierno en Madrid fruto de aquellas elecciones, y tampoco solución a la huelga de la capital aragonesa. Y parece difícil calibrar cuál de los dos embrollos está más lejos de aclararse.


La huelga del bus ya es la huelga eterna, la que ha batido todos los récords de duración en Zaragoza y tal vez en toda España. Empezó en otoño, aguantó todo el invierno, entra con fuerza en primavera y ya ni siquiera parece descartable que llegue al verano, pasando de ser ‘la huelga de los cien días’ a ‘la huelga cuatro estaciones’. A partir de esta semana, además, entra en una nueva etapa, tras la decisión del viernes del Gobierno municipal de, por fin, subir los servicios mínimos. También aceptó apartarse de la negociación para dejar paso a un mediador independiente, el catedrático de Derecho Laboral Juan García Blasco. Las dos decisiones se tomaban 48 después de que la plantilla rechazara con contundencia (un 74% de los empleados) la última propuesta de solución que había encima de la mesa, y que venía avalada por el propio Ayuntamiento.


A lo largo de la próxima semana se podrá calibrar el alcance y las consecuencias de las medidas del Gobierno de ZEC. Para empezar, porque se concretará ese nuevo decreto de servicios mínimos y se sabrá cuántos autobuses más salen a la calle durante las horas de huelga y qué líneas son las más beneficiadas por la medida. Y para continuar, porque se verá cuál es la reacción del comité de empresa, que el viernes ya avisó de que moverán ficha: "Algo habrá que hacer", dijo su presidente, Javier Anadón, en referencia a una ampliación de las horas de huelga como respuesta al aumento de los servicios mínimos.Negociación en punto muerto

Estas novedades pueden tener repercusiones en las negociaciones entre la dirección y Auzsa y los representantes de los trabajadores o, al menos, en la actitud con la que acuden al servicio de mediación. El viernes se produjo el primer contacto después del referéndum de los empleados, y la reunión apenas duró un par de horas. La empresa dijo que para volver a negociar se tienen que desconvocar los paros parciales, algo a lo que los trabajadores no acceden. El martes habrá un nuevo intento.


Si finalmente entran a dialogar, está por ver en qué punto se retoma el diálogo. Mañana se cumplirá un mes desde que el Servicio Aragonés de Mediación y Arbitraje, en una decisión que sorprendió a todas las partes, aportara el documento que, a su juicio, podía poner fin al conflicto. Fue una especie de convenio salomónico que, como tal, no satisfacía las pretensiones de ninguno, pero en torno al cual se pudo generar un consenso para más del 90% de los temas en discusión, como admitieron los implicados.


Casi un mes después de aquello, de aquel momento en el que el acuerdo casi se tocaba, las negociaciones están más abiertas que nunca y hay dudas de que toda la base de consenso lograda hasta ahora pueda servir para algo. Si no hay un acuerdo rápido esta semana –algo que no es del todo descartable, según confiesan los implicados– la huelga eterna corre el riesgo de empezar ahora de nuevo.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión