La huelga de los 100 días

Los paros parciales de los conductores del bus se eternizan para desesperación de los zaragozanos. El grave conflicto laboral merma el prestigio de un servicio que ha perdido miles de viajeros.

La huelga ha aumentado la ocupación de los autobuses durante los paros, como en esta imagen de ayer mismo.
La huelga ha aumentado la ocupación de los autobuses durante los paros, como en esta imagen de ayer mismo.
José Miguel Marco

La huelga del bus ya es la huelga de los 100 días. El conflicto, que hace semanas que ya es el más largo de la historia del servicio en la ciudad, se eterniza para desesperación de miles de usuarios. A pesar del impulso que se ha dado a las negociaciones en los últimos días, enlazando varias reuniones en el servicio de mediación, los conductores y la empresa siguen sin llegar a un acuerdo y han sido incapaces de evitar que las jornadas de paros lleguen al centenar.


La indignación de los usuarios, la mediación del Ayuntamiento, la presión de las asociaciones de vecinos o la de otras instituciones como el Justicia de Aragón no han sido suficientes para dar carpetazo al conflicto laboral. La negociación resultó totalmente ineficaz durante las primeras semanas –ambas partes fueron incapaces de acercar posturas mínimamente–, y ahora ha adquirido un componente imprevisible: tan pronto parece que el acuerdo está cercano como se rompen las negociaciones. Por lo tanto, nadie se atreve a hacer pronósticos sobre cuánto puede durar.


Durante todo este tiempo el Gobierno municipal ha tratado de mediar, y la semana pasada fue capaz de reactivar las negociaciones. Sin embargo, ZEC no se ha librado de las acusaciones de no hacer lo suficiente o de actuar de forma parcial en favor de los trabajadores. Además, no ha accedido a ampliar los servicios mínimos, que desde el primer día se fijaron en el 33%, más bajos de los que habitualmente se venían aplicando en casos similares.


Con todos estos componentes, las afecciones han sido superiores a las habituales: la huelga ha sido más larga, durante más horas y con menos autobuses en la calle. Resulta lógico, por tanto, que el servicio haya perdido un 20% de los usuarios durante estos más de tres meses. Los ciudadanos que han podido se han buscado la vida, aumentando los desplazamientos a pie, en bicicleta y, en ocasiones y casos puntuales, en taxi. Otros se ven resignados a seguir usando el autobús, obligados a salir de casa con mucha más antelación para llegar al trabajo, al centro de estudios, al hospital...


El reto del Ayuntamiento y de Auzsa será, una vez termine la huelga, que todos estos viajeros que se han dejado por el camino recuperen la confianza y vuelvan a subirse a la red de autobuses rojos de Zaragoza.

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