Sándwiches gourmet en la antigua tienda de telas

Abre el café Doña Hipólita en los locales que durante décadas estuvieron ocupados por un negocio de paños y sastrería, en un edificio de 1822.

Nuevo café Doña Hipólita, en la plaza San Felipe
Sándwiches gourmet en la antigua tienda de telas
M. M.

Si hace unos meses la fachada de un Pica Pica generaba la polémica por el ataque visual en el conjunto de la plaza San Felipe, ahora este espacio suma un nuevo negocio de hostelería que, muy al contrario, reverencia la historia del edificio que lo alberga.


En los bajos de la esquina frente a la entrada barroca de la iglesia de San Felipe, en un edificio de 1822, el local que durante décadas fue tienda de telas y sastrería, reabrió hace unas semanas como Doña Hipólita, un café en el que aún se respira la esencia del negocio de paños. Una suculenta mesa dulce para las meriendas y sándwiches gourmet con panes a elegir componen la oferta del local, que mantiene los grandes ventanales originales con vistas a la plaza.


En su adaptación, se fueron retirando capas de las sucesivas reformas que fueron remozando el negocio, de manera que el techo de bovedillas y el medianil quedan ahora desnudos, confiriendo un aspecto industrial al café. "Hemos querido mantener todo lo bueno que tenía, quitarle aditamentos posteriores y que no haya barra, dar la imagen de que se ofrece una hostelería diferente", explica Isidro González, promotor de un local en el que toma el protagonismo el gran armario desde el techo hasta el suelo en el que se guardaban bobinas de tela y muestrarios y hacía de fondo de la tienda, ahora conservado para almacenaje.


También es original el suelo y los muebles, combinados con otros elementos con solera que acaban componiendo una atmósfera especial. La caja se hace sobre el mostrador de una de las jugueterías más antiguas de Zaragoza que se localizaba a principios del pasado siglo en el Pasaje el Ciclón, y entre los asientos variopintos se encuentran algunas de las primeras butacas del cine Mola. Hasta se ha rescatado la caja fuerte para guardar los beneficios del negocio, que debían de ser pingües a juzgar por el tamaño.


"La rehabilitamos y la dejamos ahí, pero no teníamos las llaves y no podíamos abrirla", comenta González. Hasta que un día un cliente se apostó un desayuno si la abría. Jugaba con ventaja porque resultó ser un antiguo empleado que aún recordaba la combinación. "Es una pequeña joya de la empresa Arca Soler, es muy antigua”, subraya el propietario.


El Doña Hipólita -por cierto, el nombre no es el de ninguna antigua vendedora ni tiene relación con el local, aunque la señora existe-, abre todos los días desde las 9.00 de la mañana hasta media noche. Viernes y sábado alarga hasta pasadas las 2.00 de la madrugada.

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