El bioquímico Carlos López Otín, quien ha vuelto "después de una gran aventura de conocimiento" al lugar donde inició sus estudios universitarios, la Universidad de Zaragoza (UZ), para ser investido Doctor Honoris Causa, ha afirmado que sigue mirando al futuro con "la misma ilusión del primer día".

López Otín, quien actualmente realiza sus labores en la Universidad de Oviedo, que han contribuido especialmente a la investigación oncológica, llegó a la capital aragonesa "hace 40 años" desde su localidad natal, Sabiñánigo.

Para el investigador es uno de los días "más importantes" y "más felices" de su vida, y ha hecho partícipe de él a todos los que le han ayudado a "arrancar algunos de los secretos de la vida y de las enfermedades". Pero la ciencia, ha continuado, "mira hacia el futuro" y todo lo que se lee o se estudia es el pasado y "lo mejor está por venir".

Por ello, aunque ha reconocido que casi nunca se cumple porque surgen problemas, los experimentos no salen u otros se adelantan, esa idea de que "mañana puede ser un gran día" la aplican "cada mañana" en su laboratorio.

Así, el científico se ha mostrado especialmente "orgulloso" de haber contribuido a descifrar centenares de genomas y de tumores, cuando solo cinco años atrás todavía no se había podido secuenciar el genoma "de ningún español" y ahora lo han conseguido con centenares de pacientes con cáncer y otras enfermedades.

También ha destacado que en su laboratorio se han determinado las causas de unas cuantas enfermedades hereditarias, se han propuesto tratamientos para algunas de ellas y se han descubierto más de 60 nuevos genes humanos y también de otros seres vivos que, por distintos motivos, son claves para la salud del hombre.

"Tenemos cien billones de células. Fijaos si hay terreno para estudiar y cuánto nos queda todavía por saber", ha expresado animoso. Ante ello, "la mejor tarea" que un científico puede realizar es acudir a la última literatura científica a primera hora de la mañana, "ver todo lo que no has podido hacer tú y todos los problemas que siguen sin resolverse", como todas las enfermedades que "nos rodean" y, sin embargo, no se sabe cómo afrontar.

En este sentido, López Otín ha indicado que se avanza muy rápidamente en el conocimiento, pero más lentamente en la aplicación del mismo, por lo que hay que intentar recortar esta separación.

Precisamente por los recortes, ha reconocido que los últimos años han sido "muy difíciles", sobre todo para los más jóvenes, ya que los laboratorios más consolidados, como el suyo, tienen más flexibilidad y alternativas. Se ha mostrado preocupado porque estos jóvenes, "que serán quienes nos sucederán en los laboratorios", no tengan oportunidad de desarrollar sus ideas.

Por ello, ha instado a apostar por el conocimiento y por la cultura en general, sin distinción entre ciencias y letras, y ha recordado que el talento es "la fuerza mejor repartida por todo el planeta" y que eso "nos da una fuerza infinita".

A pesar del reconocimiento que ha cosechado, el investigador altoaragonés ha asegurado que no se plantea dejar su actual puesto en la Universidad de Oviedo, que es donde encontró "su lugar en el mundo" y donde seguirá mientras siga contando con los recursos necesarios para continuar con su tarea.

Aunque ha dicho que es cierto que, en un momento en el que la ciencia avanza "mucho más" en otros países, las tentaciones son "enormes", ha reiterado que él carece de "algunas ambiciones", como la económica y, si bien recibe ofertas, le gusta el contacto directo del día a día con los alumnos y tiene su vida personal muy enraizada en Asturias y, ahora, de nuevo, un contacto definitivo con Zaragoza, a raíz del título que le concede su universidad.