Zaragoza

Gorros y productos artesanos inundan la plaza de Aragón

Los tradicionales puestos del paseo Sagasta han cambiado este año su ubicación, con gran aceptación por parte de los comerciantes.

Puestos del mercado navideño de la plaza Aragón
Artesanías y gorros curiosos inundan la plaza Aragón

La plaza Aragón de Zaragoza cambia este año su cara para Navidad. Los puestos ofrecen a los paseantes alimentos artesanos, dulces típicos navideños o regalos para todos los gustos. Estas son las primeras navidades que dejan su ubicación tradicional en el paseo de Sagasta, un cambio que para la mayoría de los comerciantes es para mejor.


"Hay mucho movimiento, aunque se vende poquito para tanta gente que pasa. Si estuviésemos en Sagasta no sé si cubriríamos gastos", opina Francisco Javier Colomina. En la caseta de Conservera del Prepirineo, Colomina ofrece patés traídos desde Uncastillo, además de setas deshidratadas o licores.


De la misma opinión que Colomina es Antonio Gutiérrez, quien regenta junto a su hermana un puesto con artesanía traída de Nepal, para el que se vende más que el año pasado. Mientras Colomina es maestro y aprovecha las vacaciones para estar en el mercadillo, Gutiérrez es un profesional de las ferias. "Vamos a las de Aragón y solemos estar una semana en cada feria", explica.


El frío es uno de los problemas de esta ocasión, aunque una buena estufa eléctrica ayuda a aguantar mejor. Además estar cerca de casa le evita otras molestias. "En otras ferias dormimos en el puesto, con una tumbona", recuerda Gutiérrez.


Otro experto en estas lides es Jaime Purizaca, un peruano que ya lleva 15 años en España y está afincado en Zaragoza. "He estado en muchos lugares, pero es donde hay más tranquilidad, más calidad de vida y más respeto", asegura. Él recorre todas las regiones españolas de feria en feria desde entonces y conoce bien su evolución. "Ahora hay más vendedores españoles", indica.


El comerciante asegura que el beneficio no es solo para los vendedores ambulantes, sino también para los establecimientos de alrededor. "Nosotros gastamos en los bares, nos tomamos un café, compramos comida" generamos mucho gasto", argumenta.


Purizaca conoció el mercadillo cuando se colocaba en Gran Vía, vivió su paso al paseo de Sagasta y su nuevo cambio a la plaza Aragón. "La ubicación es muy buena, porque por aquí pasa mucha gente. Espero que para el Pilar nos pongan aquí también". Las expectativas de los consumidores también han cambiado. "Antiguamente no se fijaban en la calidad, pero hoy sí que se fijan y solo compran lo que van a utilizar" apunta.


En su puesto se puede encontrar este año gorros de punto con las imágenes de personajes como Bob Esponja o la Pantera Rosa hechos en Sudamérica. Cada año cambia su producto estrella porque "España es un país de modas", explica.


Lo que no pasa de moda son los dulces que la familia Belenguer elabora en su pastelería de Alcorisa desde hace 95 años. Este es el primero que se han decidido a ofrecer sus productos en Zaragoza en Navidad, con un puesto en la plaza del Pilar y otro en la plaza Aragón. "En la plaza del Pilar estamos en un lateral y hay menos afluencia. Aquí llevamos menos días y creo que vamos mejor", asegura María del Carmen Belenguer, que pertenece a la tercera generación de pasteleros. Además, la licencia por abrir la caseta es mucho más barata en la plaza Aragón, por lo que les sale más a cuenta.


Los turrones de mazapán y el guirlache son los preferidos del público. "Se trabajan como antes, con almendra y azúcar, y todos los productos son de la zona". Los clientes se acercan, prueban... pero no son muchos los que compran. "Les cuesta un poco. Cuando más gente hay es sobre las 20.00", explica. Belenguer también está contenta con el cambio, aunque solo lo haya vivido como ciudadana. "En Sagasta no llegabas a ver todos los puestos".


En el paseo o en la plaza de Aragón, la mayoría de los clientes son habituales, que han convertido la visita a las casetas en una tradición navideña. Jennifer y Almudena son dos jóvenes compradoras que recorren las casetas "para mirar". No aprovechan para comprar regalos, aunque picarán con alguna de las pulseras expuestas. Cristina tampoco espera a los Reyes Magos, quien ha decidido regalarse un reloj. "Venimos todos los años para dar una vuelta y cotillear", explica.