Espacios públicos en Zaragoza

El Centro Cívico Tío Jorge, el único sin aire acondicionado

A pesar de las continuas protestas, la visita el año pasado del Servicio de Prevención, etc., los trabajadores tienen que soportar cada día temperaturas cercanas a los 30 grados.

Termómetro del Centro Cívico Tío Jorge
Termómetro del Centro Cívico Tío Jorge
A.A.C

Verano tras verano los trabajadores del Centro Cívico Tío Jorge tienen que soportar en su lugar de trabajo temperaturas que rondan los 30 grados, ya que carecen de un sistema de aire acondicionado.


Desde el verano pasado los empleados anotan diariamente las temperaturas en una hoja de registro situada al lado del termómetro, que este lunes sobre las 17.00 marcaba 29 grados. La primera ola de calor del verano ha inundado Zaragoza desde el pasado jueves y se ha instalado en este centro donde los registros desde entonces no han bajado de los 25 grados y van en ascenso.


Charo, oficial de mantenimiento del centro, reconoce que "este año aún se puede aguantar porque hasta ahora no había hecho calor pero veremos dentro de unos días". En el centro se encuentran unos obreros haciendo algunas reparaciones y, como explica la trabajadora, lo primero que hacen es preguntar: "¿Dónde está el aire acondicionado?".


A pesar de las distintas medidas que los empleados tomaron en años anteriores, el centro continúa marcado por el ruido de los ventiladores. "Recogimos firmas de cada servicio de los que trabajamos aquí y lo mandamos a los distintos departamentos, además vinieron desde el Servicio de Prevención a medir y vieron que no se respetaban las máximas, pero no hacen nada", insiste Charo. La normativa indica que en los locales "donde se realicen trabajos sedentarios propios de oficinas o similares" la temperatura estará comprendida entre los 17 y los 27º C.


Este centro es el más antiguo de la ciudad, lleva en funcionamiento 26 años y es el único recinto de estas características sin aire acondicionado por lo que reclaman "la igualdad de condiciones con el resto de edificios públicos". Además, fue rehabilitado hace tres años, "podían haber aprovechado entonces para instalarlo pero dijeron que no había dinero", asegura Charo.


Insoportable para niños y jóvenes

Jorge trabaja como educador en la ludoteca del centro y reconoce que "los niños no aguantan estas temperaturas". "Tenemos suerte de contar con una terraza donde pasamos la mayor parte del tiempo porque en la sala interior es imposible estar más de media hora", añade.


En el edificio también tiene su sede la Casa de Juventud del barrio, y como asegura Charo, para ellos, que realizan actividades más dinámicas, el calor también se convierte en algo insoportable.


Una biblioteca solo para valientes

En la planta baja del centro cívico se encuentra la biblioteca Javier Tomeo. La bibliotecaria, Carolina Esteban, coincide en que este año todavía no han llegado a las temperaturas máximas porque hasta ahora no había llegado el calor. "Pero ya veremos lo que nos espera, no se puede trabajar bien con la gota de sudor cayéndote y al final te altera hasta la circulación", explica.


"Aunque no sea aire acondicionado deberían instalar algún tipo de climatización, porque las bibliotecas deberían ser un oasis en medio del desierto que es Zaragoza en verano", exige Esteban. "La gente ya sabe cuáles son las condiciones del centro y prefiere irse a la piscina -añade la responsable-, el año pasado organizamos un cuentacuentos y casi había que salir a buscar a los niños".


Las medidas que toman para soportar el calor son las mismas que en el resto del centro, ventiladores y reducir la iluminación, "aunque en la sala de lectura y en los despachos no se puede porque sino no se ve bien" explica Esteban.


Este lunes, único día de la semana que este área abre por la tarde para facilitar el préstamo y devolución de los que trabajan en horario matutino, solo dos valientes se atrevían a utilizar la sala de lectura de la biblioteca. "Ahora hay menos gente porque han terminado los estudiantes pero a finales de julio empezará a llenarse otra vez y el ambiente se hace demasiado pesado para estudiar", concluye Carolina.