Zaragoza

Y los arcos dijeron adiós

Discrepancias entre los zaragozanos ante el derribo del último arco del entorno de las Murallas. El presupuesto de rehabilitación de la zona asciende a 700.000 euros.

Cae el último arco de las Murallas.
Y los arcos dijeron adiós
P. BERNE

Diversas personificaciones en boca de los vecinos de la capital aragonesa anunciaban el derribo del último arco en el entorno de las Murallas. "Ya ha estirado la pata", "se ha ido rápido", "al final lo han convertido en 'era'", comentaban algunos de los presentes, que discrepaban sobre su retirada.


Pasadas las 12.30 el arco de César Augusto se convertía en escombros ante la atenta mirada de decenas de zaragozanos, que no ocultaron su "rechazo" hacia la remodelación del entorno.


"¿Por qué los quitan? ¿Para ganar espacio?", se preguntaba un vecino de la capital que se negó a hacer declaraciones en un primer momento para evitar "improperios".


"Es una salvajada y una incongruencia. Si no molestaban a nadie, algo tiene que haber bajo mano que no se cuenta", cavilaba este zaragozano "indignado".


Ya cuando derribaron el primer arco insistió en que de alguna manera se haría notar, así que se creó un perfil en Instagram y desde entonces retrata con su cámara cada momento de la 'operación derribo'. "Llevo ya 600 fotos desde que cayó el primer trocito", afirma.


También ha organizado visitas guiadas hasta el lugar para explicar el significado del desplazado monumento. "Aquí -indica- he venido con gente de Lyon, de la Bretaña francesa, de Italia... un grupo me preguntó por los nombres de la ciudad el día que tiraron el de Salduba", recuerda este zaragozano, de 55 años.


"Hay que mirar el lado bueno"


El malestar por la retirada de este referente de la ciudad era patente en el entorno del Mercado, donde decenas de clientes se acercaban hasta los ventanales para contemplar la obra. "Esto se ha llenado de gente los días que ha estado la máquina trabajando. Lástima que se ha ido rápido", bromeaba David Escudero, propietario del puesto número 60 del Mercado Central.


Para él la reforma es menos "traumática" que para el resto de vecinos consultados, pues considera que "de aquí a cuatro días ya no nos acordaremos".


"Las cosas van cambiando y hay que mirar el lado bueno. De las obras han comido muchas familias que también tienen derecho y aquí al Mercado está llegando gente nueva de Casablanca y otros barrios", dice optimista.


Por el contrario, los vecinos del Casco Histórico se mostraron contrariados con su derrumbe, para muchos, una "fatalidad para el entorno".


"Hay cuestiones en la ciudad que deberían tener más prioridad que esto. El dinero de todos se gasta muy fácilmente, pero mal", sentenciaba Fidel Beritens, de 71 años. Este vecino de la calle de Predicadores asistió en los 90 a la construcción de los arcos y hoy, 13 años después, les decía adiós con su cámara en mano. "La política la entiende el que vive de ella y nosotros, a sufrir. No creo que los arcos entorpecieran tanto como quieren hacer ver, pero si se ponen así, adiós casa, adiós iglesia y ya todo llano", decía mientras fotografiaba el arco antes de ser derribado.


Ana Navarro, también vecina de la capital, expresaba su disconformidad ante el derribo del monumento. "No tiene sentido porque en sí el arco tampoco ocupa tanto. Yo no lo hubiese quitado porque es algo bastante emblemático", apuntaba esta zaragozana de 23 años. "Hay cosas más importantes que quitarnos un referente así", reiteró, por su parte, José María Roca, también vecino del Casco.