Zaragoza

Una película olvidada revela imágenes desconocidas de la Zaragoza de 1932

'¡eL PILAR SE HUNDE!'

'¡El Pilar se hunde!' fue rodada para recaudar fondos con los que financiar la restauración de la basílica, a punto de derrumbarse por su mal estado.

Una película olvidada revela imágenes desconocidas de la Zaragoza de 1932

La película se titula '¡El Pilar se hunde!', fue rodada en 1932, y en su media hora de duración revela imágenes desconocidas de la Zaragoza de la Segunda República. La cinta no es propiamente 'inédita', por cuanto su apariencia es profesional (según los estándares de 1932) y porque todo indica (las imágenes están intercaladas con numerosos textos) que se rodó para ser difundida en cines. Se trataba, como se revela al final de la cinta, de conseguir conmover al espectador para que contribuyera a sufragar las obras que se estaban realizando en el templo. El Pilar, entonces, estaba amenazado seriamente de ruina. Se habían invertido en las obras cuatro millones de euros, pero eran necesarios seis millones más.

El celuloide original fue descubierto en los años 90 en el arzobispado. Al parecer, algún pequeño fragmento se ha utilizado en un audiovisual, y se hizo una copia en VHS para evitar perder las imágenes si el soporte original sufriera algún deterioro. Pero poco más se sabe en el arzobispado, donde se desconoce quien rodó el documental y dónde se proyectó. Especialistas en la historia de la basílica, como Antonio Mostalac, y estudiosos del templo, como el arquitecto Teodoro Ríos, desconocían su existencia hasta el viernes pasado.

Inyectar cemento en el suelo

El caso es que la película, en apariencia olvidada por todos, tiene escenas de enorme interés para los apasionados por la historia de Zaragoza. Se abre con una sorprendente panorámica de la ciudad en 1932, se detiene lógicamente en los graves problemas que sufría la basílica, y se cierra mostrando el día a día del Pilar, sus tesoros y la entrada y salida del templo de infanticos y cadetes.

"Las obras que hubo que acometer entonces fueron muy importantes, porque la verdad es que el templo se venía abajo -asegura Teodoro Ríos, arquitecto conservador del Pilar-. Se restauró el pavimento, se aseguraron los arcos, se inyectó cemento en todo el suelo, se ensancharon las pilastras para que aguantaran mejor todo el peso de las cubiertas... El problema es que entonces el río no estaba tan regulado como hasta ahora, había muchas avenidas y el agua creaba huecos bajo la catedral. En un edificio de ladrillo, cuando una pilastra baja más que el resto, descompensa los empujes y empieza la ruina".

Su abuelo, también llamado Teodoro y que aparece en la cinta inspeccionando los desperfectos, llegó a colocar cerca de 500 testigos en otras tantas grietas principales, y los revisaba mes a mes mientras seguía adelante con la restauración. La solución que diseñó, además de inyectar cemento en el subsuelo para asegurar la cimentación de la basílica, se basaba en unir las pilastras tanto por debajo del suelo como por encima, a nivel de cubiertas. Así, todo el interior de la basílica funciona desde entonces como si fuera un bloque, y ello dificulta enormemente los movimientos antes apuntados. Las obras en el templo, costosas y lentas, se vieron afectadas por la guerra civil y no se concluyeron hasta el año 41.

Vista con los ojos de hoy, '¡El Pilar se hunde!' ofrece numerosas escenas sorprendentes. Tiene, eso sí, un cierto aire grandilocuente en los textos que acompañan las imágenes. Un punto agónico y exaltado. En un momento dado, en un fundido a negro se lee: "La basílica no se hundirá: los brazos de España la mantendrán en los aires, si es preciso".

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