Los 'jardines del recuerdo' de los barrios rurales

La historia y los secretos de los cementerios de Casetas, Alfocea, Montañana o Juslibol se reúnen en un libro que acaba de editar el Ayuntamiento.

Recinto funerario de Alfocea.
Recinto funerario de Alfocea.

Forman parte del patrimonio cultural de la ciudad pero –acaso por aquello del mal fario– no acostumbran a estar en el punto de mira de los exégetas del arte. El Ayuntamiento acaba de publicar el libro ‘Historia de los cementerios de barrios de Zaragoza’, que lleva la firma de la jefa de la Unidad de Patrimonio Urbanístico, Isabel Oliván Jarque, y que repasa algunos datos curiosos de los camposantos de Casetas, Juslibol o Peñaflor.


La mayoría de ellos se consagraron hace 200 años, fueron gestionados por las cofradías o las juntas parroquiales de antaño y conservan, entre las lápidas y cipreses, auténticas joyas artísticas. No solo hay sepulturas y panteones de valor arquitectónico sino que, incluso, hay un cementerio entero que está calificado como Bien de Interés Cultural. Se trata del de Alfocea, que en su día se erigió en un pequeño cerro junto a las ruinas de un recinto fortificado y hoy todavía son visibles las ruinas de aquel castillo en unos de sus tapiales. Su historia, además, es apasionante, pues se apunta que aquella fortaleza estaría en la línea ofensiva durante la conquista de Zaragoza en 1118 y que, tras la muerte de Alfonso I el Batallador, pasó a manos de la Orden del Temple.


Esta es solo una de las curiosidades que pueden leerse en el libro de Oliván, quien ha completado una investigación exhaustiva en los archivos municipales buscando el origen de los recintos funerarios de cada barrio. De los doce distritos rurales que tienen cementerio, solo los de Garrapinillos y La Cartuja no son de propiedad municipal, de modo que el trabajo se centra en los de los barrios de Alfocea, Casetas, Juslibol, Montañana, Monzalbarba, Movera, Peñaflor, San Juan de Mozarrifar y Torrecilla de Valmadrid.


La publicación incluye planos georeferenciados, información actualizada de contactos, enlaces y fotografías –algunas históricas– de todos los recintos funerarios. El libro se distribuirá por todas las bibliotecas municipales y también será accesible y descargable, de forma gratuita y libre, en la página web del cementerio de Torrero.


El concejal de Urbanismo, Pablo Muñoz, apuntó ayer que esta apuesta se inserta en el propósito municipal de "difundir de forma lúdica y formativa la historia de la cultura funeraria de la ciudad". Además de recordar que ya en su día se publicó ‘La ciudad y los muertos’, de Ramón Betrán, Muñoz comentó que había disfrutado leyendo algunas de sus curiosidades como el hecho de que "en el año 1984, siete vecinos de Juslibol se constituyeron en asociación de cristianos disidentes y reclamaron la creación de un cementerio civil".

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