MEDIO AMBIENTE

Un chinche invasor llegado de América

Ejemplar de 'Leptoglossus occidentalis' fotografiado el pasado domingo en el santuario de la Misericordia de Borja
Un chinche invasor llegado de América
MARIO MAGANTO

La escena parece sacada de una película, pero ocurrió en El Frasno (Zaragoza) a finales de octubre. Como hacen todos los años desde hace más de medio siglo, José Carlos Mastral y Ana María Gascón de Gotor se acercaron hasta la casa que tienen en la colonia de Pietas, en pleno Sistema Ibérico, para comprobar que todo seguía en su sitio tras el verano. "Siempre nos llevamos alguna sorpresa, pero como esta ninguna", cuenta este matrimonio.

Al acercarse a la puerta, José Carlos comprobó que en el listón que suele colocar para que no se cuelen los ratones había unos pequeños bichos. Lo comentó con su mujer, pero eso no fue nada comparado con lo se encontraron dentro del chalé. "Nada más abrir la puerta nos encontramos cientos y cientos de insectos marrones totalmente nuevos para nosotros -recuerda Ana María-. Llevo 60 años yendo a Pietas y jamás había visto un animal así".

 

Estaban por el suelo, por las paredes, por el sofá, por las cortinas... Venciendo el asco que les daban, los fumigaron con insecticida y los barrieron. "Sacamos cuatro o cinco paladas, en toda la casa había por lo menos 2.000 bichos", calcula José Carlos. Cuando volvieron a Zaragoza, comentaron lo sucedido con su yerno, el escritor y bibliotecario Javier Delgado.

 

A este aficionado a la entomología, le extrañó que sus suegros asegurasen que nunca habían visto un insecto así, y por eso les pidió que capturaran algún ejemplar. Así lo hicieron, y cuando este colaborador de HERALDO los tuvo en sus manos confirmó que, efectivamente, los manuales europeos no describían ningún animal así.

 

"Eran heterópteros, insectos que tienen endurecida una parte de sus alas -explica Delgado-. Aquí tenemos chinches parecidos, pero no son iguales, así que me puse en contacto con la Sociedad Entomológica Aragonesa para ver si me podían decir de qué especie se trataba".

Inofensivo para el hombre

La respuesta se la dio Manuel Baena, un profesor de instituto cordobés miembro de esa prestigiosa asociación. El insecto que invadió la casa de sus suegros era el 'Leptoglossus occidentalis', un chinche inofensivo para el hombre y de color marrón rojizo que mide unos dos centímetros y procede de Estados Unidos. Se alimenta succionando la savia de las piñas tiernas. Al secarlas, impide que los pinos puedan reproducirse, lo que lo convierte en una grave amenaza para estos árboles.

 

"En Estados Unidos el 'Leptoglossus occidentalis' es una plaga forestal que causa graves daños y se ha extendido a Canadá -advierte Baena-. A Europa llegó gracias al comercio de madera o de plantones, y fue detectado por primera vez en Italia en 1999". En una década, la especie se ha extendido por Suiza, Eslovenia, Croacia, Hungría, Austria, la República Checa... En España los primeros ejemplares aparecieron en Gerona en 2004.

 

"También ha llegado a Madrid, Valencia, Murcia, Jaén... En la provincia de Zaragoza la encontraron por primera vez este verano", explica este miembro de la Sociedad Entomológica Aragonesa.

En El Frasno, Borja y Agramonte

Curiosamente, en apenas dos semanas han sido varias las personas que han detectado la presencia de este insecto alóctono. Además de Javier Delgado, los naturalistas Ricardo Gracia y Mario Maganto han fotografiado la especie en dos parajes relativamente próximos y con abundante presencia de pinos: el centro de interpretación del Moncayo de Agramonte y el santuario de la Misericordia de Borja.

 

"Lo sucedido en esa casa de El Frasno es especialmente llamativo porque por primera vez se ha detectado una concentración importante de 'Leptoglossus occidentalis' en España -destaca Baena-. Habrá que ver cómo se extiende la especie por toda la Península, pero es probable que aquí también acabe convirtiéndose en una plaga forestal".

 

De momento no se conocen depredadores de este insecto en Europa. Como todos los chinches, desprende un olor muy fuerte que repele a muchos pájaros. Cuando hace frío y encuentra un lugar cobijado, segrega unas feromonas que atraen en masa a sus congéneres. Eso es lo que sucedió en el chalé de la colonia de Pietas.