25 años de Vías Verdes: el turismo que llega en bici

Ojos Negros, Val de Zafán y Tarazonica son las tres Vías Verdes que existen en Aragón. En total, 160 km antiguas vías ferroviarias adecuadas para recorrer en bicicleta y que son un atractivo turístico con muchas posibilidades de crecimiento.

Vía verde de Ojos Negros, en Teruel.
Vía verde de Ojos Negros, en Teruel.

Las Vías Verdes cumplen 25 años desde su creación. Es la efemérides que se conmemora, hoy, 13 de mayo, Día Nacional de las Vías Verdes que se celebra en toda España. En Aragón se cuenta con tres Vías Verdes de larga tradición: Ojos Negros y Val de Zafán, en Teruel, y la del Tarazonica, en Zaragoza. Suman en total 160 km ciclables de antiguas vías ferroviarias por las que ya no pasa ningún tren, que discurren por paisajes muy diversos y de gran valor natural.

A ellas se unirían la Vía Verde Zaragoza-Cuencas Mineras-Teruel, que podría suponer 195 km más, aunque de momento solo se pueden recorrer los 2,6 km de la Vía Verde Oliver-Valdefierro, que ya aparece en el buscador de la web oficial y que supondría el inicio de este recorrido. En Huesca, hoy se celebra una marcha reivindicativa para pedir la declaración como vía verde del antiguo recorrido ferroviario Barbastro – Selgua, (la ‘burreta de Barbastro’) y su puesta en marcha permitiría crear un corredor verde que enlazaría Monzón con Barbastro por caminos y sendas.

Vía Verde de Ojos Negros

Iniciamos un recorrido por las Vías Verdes aragonesas, que iremos desgranando en varios capítulos, y que comenzamos con la de Ojos Negros, una vía que sigue el trazado del antiguo ferrocarril que transportaba el lignito extraído en las minas hasta el puerto de Sagunto. Su actividad estuvo siempre condicionada a la actividad de la cuenca minera y en 1972 dejó de utilizarse definitivamente.

La Vía Verde de Ojos Negros es la más larga de España, con sus 195 km en los que se va desde el interior de Teruel hasta el mar, tocando en medio la sierra de Javalambre. El punto de partida es Santa Eulalia, en la comarca Comunidad de Teruel. Se trata de “un atractivo turístico muy importante para nuestro territorio”, afirma Carmen Alonso, técnico de Turismo de la comarca.

“El ciclismo está de moda y las vías verdes atraen tanto a deportistas, que con esta ruta pueden pasar en unas horas de la montaña al mar, como a familias o grupos de amigos que recorren simplemente un tramo, aprovechando que las vías verdes ofrecen siempre terrenos llanos y fáciles de hacer ya que siguen el recorrido que llevaban los ferrocarriles, que se construían con un trayecto lo más plano posible”, dice Alonso. “La de Ojos Negros tiene además la gran ventaja de que discurre en un 90% paralela a las vías del tren, lo que da una gran seguridad, ya que no te quedas aislado”, señala. En su recorrido se pasa por cinco túneles y trece viaductos.

Falta de mantenimiento

La técnico, sin embargo, lamenta que la vía no tenga un buen mantenimiento en la parte aragonesa: “Aunque se puede circular, algunos tramos tienen socavones y el firme no está bien. En cuanto se pasa a Castellón se nota la diferencia”. Alonso también se queja de que “Renfe no deje subir en los trenes más de tres bicicletas por convoy. Tanto los que vienen desde la Comunidad Valenciana y quiere hacer la vía en sentido de bajada, como el que sale de Teruel y luego quiere volver, se encuentran con que quieren coger el tren y al cuarto ya no se lo permiten”.

Es una protesta que comparte Carlos Gómez, propietario de la casa rural La Casa de la Estación, en Albentosa, y él mismo cicloturista que hace esta vía en muchas ocasiones: “Es muy triste ver que pasan los trenes vacíos y no nos dejan subir con la bicicleta”. La única solución es buscarse un transporte privado y hay ya taxistas en una y otra comunidad, que han añadido un remolque a sus furgonetas para llevar las bicicletas de un grupo de siete u ocho ciclistas. El propio Carlos lo hace si es necesario “con los clientes que se alojan en mi establecimiento”.

También él tiene quejas de que “no se realiza ni un mantenimiento mínimo: hace años que no se arregla el aglomerado de la pista, que con el frío sufre mucho y se deteriora, no se siegan las cunetas, hay túneles sin iluminar y pilones en mal estado que apenas se ven y, en los grupos, los que vienen por detrás se lo acaban ‘comiendo’, yo he visto algunos percances graves por esto”. El hostelero denuncia que “no se haga nada cuando se trata de un mantenimiento barato pero, como no se cobra ‘forfait’, los políticos no ven los beneficios económicos que suponen para toda la zona”.

Desde holandeses hasta australianos

“La vía verde es la columna vertebral de un montón de rutas en bicicleta que pueden hacerse por la zona”, dice Gómez. De los huéspedes que pasan por su establecimiento, justo en mitad de la vía, en el km 103, “unas 500 personas al año vienen por las rutas en bicicleta, sobre todo la vía de Ojos Negros, y eso en una casa de 6 habitaciones”. De ellos, no son pocos los que vienen “desde Holanda, Bélgica, Inglaterra, Alemania… hemos tenido hasta huéspedes de Australia, que venían para hacer la vía porque les atrae el que sea tan larga y pasar de la montaña al mar”, dice Gómez. Se trata de aficionados curtidos que buscan un poco de dificultad y “prefieren hacerla de subida, dado que el desnivel no es muy grande; para los turistas centroeuropeos se trata de paisajes tan distintos a los suyos que les encantan”, añade.

En efecto, la Vía Verde de Ojos Negros ofrece una gama de paisajes de enorme belleza y gran diversidad, por su longitud y el gradiente de altitudes que recorre, al pasar de los más de 1.000 metros hasta el nivel del mar. “Santa Eulalia y Cella tienen un clima continental extremo, en donde predomina un paisaje de vegetación rastrera y campos de cereal” dice Gómez. Al llegar a Teruel “encontramos la mancha de los pinares de pino negro y pino carrasco y al pasar el Puerto de Escandón, con sus 1.223 m de altitud, el clima cambia completamente y comienza a ser mediterráneo, aunque muy cerca nos quede el pico de Javalambre”, explica.

La bajada acerca ya al ciclista a Albentosa, con sus llanuras, y “empiezan a verse las coscojas, los rebollos, y las carrascas que se están plantando por Sarrión para producción trufera; tres colores dominan: el verde de los carrascales, el rojo de la tierra y el azul del cielo”, continúa. Desde allí queda ya poco hasta Barracas, que es la primera localidad de Castellón “y desde allí ya solo quedan 70 km hasta el Mediterráneo”, dice Gómez, quien afirma que, a veces, por el corredor que forma el valle del Mijares llega a Teruel “la brisa y el olor del mar”.

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