La ermita de San Antón, apuntalada y pendiente de reforma desde hace 2 años

El templo, símbolo del barrio de San Julián de Teruel y de gran valor sentimental para los vecinos, permanece cerrado por las grietas que presenta el arco de la entrada.

La entrada de la ermita se encuentra apuntalda para evitar un desplome.
La ermita de San Antón, apuntalada y pendiente de reforma desde hace 2 años

La ermita de San Antón, un templo ubicado en San Julián –uno de los barrios más castizos de la capital–, se encuentra desde hace dos años apuntalada y pendiente de unas obras de restauración que no terminan de llegar. La semana pasada tuvo que celebrarse la misa de la festividad del patrón en la iglesia parroquial a causa de su mal estado y ante el peligro de desplome que entraña, con puntales en los arcos del porche y parte de la techumbre hundida.


La tradicional bendición de animales con motivo de las fiestas del barrio dedicadas a San Antonio Abad se desarrolló, no obstante, ante la puerta del templo con objeto de que todos los ciudadanos pudieran tomar conciencia de los problemas que sufre el edificio religioso.


La ausencia de presupuesto para financiar su consolidación, así como la falta de acuerdo sobre qué institución debería correr con los gastos son las razones que están provocando el retraso en la ejecución de las obras en la ermita, sobre la que, sin embargo, pesa una orden de ejecución de la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Teruel con actuaciones encaminadas a evitar que el templo suponga un riesgo para los viandantes.


El concejal de Urbanismo del Ayuntamiento turolense, Jesús Fuertes, señaló que hace dos años se tuvo que apuntalar la entrada a causa de las profundas grietas que presenta el arco de la fachada, y agregó que en estos momentos se está a la espera de que el Obispado, propietario del inmueble, emita un informe en el que reclame al Ayuntamiento un estudio sobre los posibles problemas de humedades que afectan a esa zona del barrio. A estos se atribuye la proliferación de grietas. "Una vez se cumpla este trámite, los servicios municipales estudiarán el problema y, si es debido a una fuga de una tubería municipal, el Ayuntamiento correría con los gastos de restauración de la ermita", explicó el concejal.


Mientras se dilucidan estas cuestiones, con las que llevan batallando Obispado y Ayuntamiento dos años, la parroquia de San Julián, de la que depende la ermita, y la Asociación de Vecinos han iniciado su particular cruzada, con la organización de dos rastrillos para recaudar fondos en beneficio del templo y que hasta ahora ha permitido reunir unos 2.000 euros. Muy poco, sin embargo, para los más de 30.000 euros que, según un informe elaborado hace varios años por el Obispado, costaría la restauración integral de la ermita.


El párroco de San Julián, José Luis Torrubiano, señaló que una de las soluciones que se baraja es incluir este proyecto en el convenio que anualmente suscriben el Obispado, la Diputación Provincial e Ibercaja para financiar obras en las iglesias en mal estado de la provincia. El sacerdote dijo que se intentará que la restauración del edificio religioso se incluya en el convenio correspondiente a este año y mediante el cual se costearía parte de la inversión necesaria.


José Luis Torrubiano considera que un informe arquitectónico ha puesto de manifiesto que la ermita, en la que se guardan las imágenes de San Antón y de la Inmaculada, en principio "no corre peligro de venirse abajo". Añadió que si bien el templo no presenta gran interés artístico, "tiene mucho valor sentimental e histórico. Forma parte de la identidad del barrio". De igual manera se pronunció Marta Hoyo, miembro de la junta de la Asociación de Vecinos de San Julián, quien sostiene que la ermita es una de las pocas de carácter urbano que todavía se conservan en Aragón. "Es un auténtico símbolo del barrio que hay que conservar", puntualizó.