Teruel, sede de un plan piloto para el cuidado conjunto de enfermos mentales con adicciones

El centro de atención al toxicómano de Cruz Roja cierra sus puertas después de 35 años y la actividad es asumida por el Salud Casi una cuarta parte de los usuarios de la nueva unidad tienen entre 16 y 25 años.

El psiquiatra Miguel Pascual y la enfermera Paula García, en el centro de salud Ensanche de Teruel.
El psiquiatra Miguel Pascual y la enfermera Paula García, en el centro de salud Ensanche de Teruel.
J. Escriche

Teruel se ha convertido en el banco de ensayo aragonés para tratar de forma integral a pacientes con adicciones y enfermedad mental asociada. Tradicionalmente, las toxicomanías han sido atendidas por entidades humanitarias, mientras que el trastorno psiquiátrico es visto por personal del sistema sanitario público. El modelo está cambiando y el Gobierno aragonés quiere poner en marcha el abordaje conjunto de ambas patologías, como ya se hace en otras comunidades autónomas.

Según señala el director general de Salud Mental de la DGA, Manuel Corbera, el menor número de pacientes en el área sanitaria de Teruel, derivado de la baja densidad poblacional, hará "más manejables" los resultados que se obtengan. Si los datos son positivos, la medida se extrapolará al resto de Aragón.

El centro de salud Ensanche será la sede, a partir de la próxima semana, de este plan piloto en el que una misma unidad médica se ocupará de tratar a los pacientes que sufren ambas patologías. No obstante, no partirá de cero. Desde enero de 2023, un equipo integrado por un psiquiatra, una enfermera y un administrativo vienen desarrollando esta labor de manera incipiente. A ellos se sumará ahora un psicólogo clínico, un trabajador social y, probablemente, otro enfermero.

Miguel Pascual, el psiquiatra que atiende esta unidad, alerta de que casi la cuarta parte de los pacientes que acuden a ella -concretamente el 23%- son jóvenes con edades comprendidas entre los 16 y los 25 años. Aunque predominan el alcohol y la cocaína como sustancias adictivas más consumidas en esta franja de edad, muchos de los enfermos suelen tomar varios estupefacientes a la vez.

Escasas alternativas de ocio

Para Pascual, la falta de recursos de ocio y un estilo educacional inapropiado están en la base del problema. Por ello, pide la colaboración de las administraciones para poner en marcha "proyectos de vida saludable, con alternativas formativas y de entretenimiento para los jóvenes".

El psiquiatra destaca que, no obstante, otro 23% de los usuarios de la unidad tienen entre 35 y 46 años, mientras que un 10% corresponde a mayores de 65, estos últimos con adicciones a sustancias o juegos de azar "muy arraigadas en la sociedad". Resalta que en todos ellos el destrozo vital por la conjunción de las dos patologías "es importante".

Paula García, la enfermera de la unidad, afirma que cualquier trastorno mental predispone para sufrir una adicción y a la inversa, lo que explica que el 70% de los usuarios padezcan las dos enfermedades. El dato lleva a esta profesional a advertir de la necesidad de una atención temprana. "El fin es -explica- no solo ofrecer el mejor tratamiento médico, sino generar en el paciente su propio interés por cambiar de actitud".

Otra ventaja de centralizar en un mismo lugar ambos tratamientos es la mayor facilidad de los pacientes para acceder a ellos. "Logramos además -añade Miguel Pascual- una mejor coordinación entre psiquiatría y atención hospitalaria y evitamos posibles choques entre procesos de curación".

García agrega que, llevando al centro de salud Ensanche a los enfermos con adicciones, se elimina también el estigma que suponía para ellos tener que dirigirse a un lugar distinto al que acude el resto de la población por otras patologías.

La experiencia se pone en marcha coincidiendo con el cierre del centro de atención al toxicómano de Cruz Roja en Teruel tras 35 años de funcionamiento y casi 2.600 personas asistidas. El fin del convenio que la DGA mantenía con la oenegé y la jubilación del médico que trabajaba en el servicio han llevado a la clausura del mismo y a que el Salud asuma el tratamiento de los 200 pacientes que acudían allí.

El presidente de Cruz Roja en Teruel, Eduardo Comas, expresa que su única preocupación ahora es "que los usuarios sigan estando bien atendidos, algo que seguro ocurrirá". Señala que el centro de atención al toxicómano deja una "huella sentimental" en la entidad humanitaria, especialmente en el personal que trataba a los pacientes. Añade que el cierre del servicio obliga a Cruz Roja a realizar ajustes económicos para poder dar continuidad laboral al enfermero y el psicólogo que trabajaban en la unidad. 

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