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Pedro Luis Hernando: "Hay obras en el Prado y el Louvre con menos calidad artística que las que tenemos en Teruel"

Nacido en Zaragoza en 1971, dirige el Museo de Arte Sacro de Teruel, que acaba de ser premiado por la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte

Pedro luis Hernando, guia del museo Diocesano de Teruel. foto Antonio Garcia Bykofoto 16 01 24 [[[FOTOGRAFOS]]]
Pedro Luis Hernando, en el Museo de Arte Sacro de Teruel.
Antonio García/Bykofoto

¿Cómo un historiador del arte de Zaragoza ha desarrollado toda su trayectoria profesional en Teruel?

Mi tesis doctoral, dirigida por Gonzalo Borrás, giró en torno al arte medieval al sur del Ebro. Me recorrí la provincia de Teruel entera, pueblo a pueblo, incluso busqué en los despoblados restos arqueológicos de iglesias románicas. Al terminar, tenía más conocimiento de Teruel que de cualquier otro sitio. En cuanto salió una plaza de profesor en el Campus opté a ella. Luego surgió mi colaboración con la Diócesis como director del Museo de Arte Sacro.

¿Y dice usted que quiere dar un aire nuevo a ese museo diocesano? Cuente.

La transformación empezó hace tres años. Da la impresión de que los museos diocesanos son contenedores de obras de municipios despoblados que hay que recoger para que no las roben. El de Teruel estaba absolutamente lleno de piezas, todas expuestas. Empezamos a seleccionar. Además, ante la falta de un espacio exclusivo para exposiciones temporales, hicimos de la necesidad virtud –una frase de moda– y ahora la muestra permanente convive con las temporales. También convocamos el premio Spíritu, de arte joven.

La Asociación Aragonesa de Críticos de Arte les ha premiado por ello. ¿Qué supone?

Un espaldarazo. Cuando gente relacionada con este mundo reconoce un trabajo, es muy significativo, lo valoro extraordinariamente.

Comenta que el Museo de Arte Sacro de Teruel es un gran desconocido. ¿A qué se debe?

El panorama está cambiando, pero hasta ahora el visitante encontraba en los museos diocesanos lo de siempre, santos y dolorosas en espacios no bien preparados. A la gente, tradicionalmente, le ha costado entrar. En Aragón, si seguimos trabajando en esta línea, todos juntos, vamos a ser un ejemplo y la gente nos va a mirar por ver qué estamos haciendo.

¿Eran como almacenes y ahora ofrecen una línea expositiva?

Claro, si leemos el Libro de Visitas vemos el cambio. "Me ha parecido interesantísimo", "Enhorabuena por la nueva orientación", "Tienen verdaderas joyas", nos dice el público.

¿Y cuáles son esas joyas?

Tenemos un Cristo Árbol de la Vida de marfil, con incrustaciones de nácar, hecho en Filipinas en el siglo XVII, casi único en España. Hay piezas sin tanta calidad artística mucho más valoradas en el Prado. En unos días colocaremos una tabla gótica procedente del Convento de Carmelitas verdaderamente extraordinaria, atribuida a Michel Sittow. El Louvre tiene una pintura de este autor peor que la nuestra. La tabla de la Virgen de la Misericordia o el San Sebastián de Cuevas de Almudén son otras joyas.

¿Hay muchas piezas por estudiar?

Cada vez más. Con el patrimonio artístico turolense ocurren cosas realmente llamativas. Solo mencionar, casi entrando en el terreno de los milagros, la aparición del San Sebastián que faltaba en el retablo de la iglesia de San Pedro. De un día para otro, alguien lo dejó en los almacenes del Museo Diocesano y lo reconocí. ¿Pero esto qué es?, me dije. Lo recuerdo con cariño, porque cuando iba a esa iglesia para ver a mis hijas en alguna actuación de ballet le decía a mi mujer ¿y esa imagen dónde estará?

¡Qué novelesco!

Para escribir una historia.

¿Despierta interés el arte sacro?

Va en aumento. Forma parte de la identidad de nuestra tierra. Esas obras las hemos visto siempre en la iglesia de nuestro pueblo.

Ha trabajado con cinco obispos, ¿qué tal son como jefes?

Mejores no pueden ser. Su deseo es conservar las obras de arte y que todo el mundo las pueda ver. He de decir que no tengo relación laboral con la Diócesis; no cobro sueldo por ser director del museo, lo hago altruistamente.

Pues es un puesto con mucha responsabilidad.

Mucha, mucha, las monjas carmelitas rezan por mí.

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