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Las reses bravas trashumantes de Frías llegan a Jaén después de 33 días de viaje

El último rebaño de vacuno de lidia que practica la trashumancia completa su traslado de 500 kilómetros para invernar acosado por la sequía.

El mayoral del rebaño trashumante, Tomás González, a su llegada a Jaén.
El mayoral del rebaño trashumante, Tomás González, a su llegada a Jaén junto a su caballo.
Sevi

"La comida para el ganado no ha estado mal, porque había muchas bellotas, pero lo peor ha sido la falta de agua". Tomás González, el mayoral de la ganadería de Alicia Chico de Frías de Albarracín, resume así los contratiempos soportados por el rebaño que ha dirigido durante 33 días hasta llegar este miércoles a su destino de invernada, en la finca de El Pendoncillo de Vilches (Jaén). González, apoyado por otros cuatro vaqueros, ha conducido a 420 reses bravas a lo largo de 500 kilómetros para completar el desplazamiento del último ganado de lidia trashumante del país que hace a pie el itinerario secular a lo largo de cuatro provincias en busca de pastos para el invierno.

El rebaño de Alicia Chico llegaba a las 12.00 a la finca de Vilches donde se alimentará hasta que, el próximo mes de junio, parta de vuelta hacia la Sierra de Albarracín. El viaje hasta Andalucía ha estado marcado por la escasez de agua para abrevar el ganado debido a la sequía. "Los amigos nos dejaban abrevar y no llevaban agua con tractores desde sus pozos", explica Tomás González al llegar a Jaén.

Otro inconveniente del viaje a pie han sido las invasiones de la Cañada Real Conquense –que discurre por Teruel, Cuenca, Ciudad Real y Jaén–, que limitan la posibilidad de apacentar el ganado sobre el terreno. El responsable de la expedición denuncia que en Huélamo (Cuenca) y en Las Tabernillas (Jaén) sendas explotaciones ganaderas han ocupado la franja de terreno destinada al paso de los rebaños trashumantes. "Y eso se repite año tras año", se lamentó el mayoral.

La meteorología ha sido benigna con los pastores y el ganado, salvo por la escasez de lluvias. Solo durante dos días ha llovido ligeramente sobre la expedición, aunque ha habido noches frías, con mínimas de hasta ocho grados bajo cero. "Nos hemos levando algunos días con las tiendas de campaña cubiertas de escarcha", comentó un expedicionario.

La escasez de agua y de pastos se repite en El Pendoncillo, una finca de 460 hectáreas. Aunque, inicialmente, había buenas expectativas, el desarrollo del pasto "se ha parado en seco por falta de agua. Solo hay algunas bellotas", se lamentó Tomás González.

El traslado del rebaño ha incluido las fechas de Noche Buena y Navidad, una circunstancia que "estaba clara desde el principio del viaje", admite González. Añade, no obstante, que, aunque "se echa de menos a la familia", el grupo de cinco pastores que acompaña a las reses –cuatro montados a caballo y otro con un vehículo de apoyo– son "como una familia".

La ruta seguida por los trashumantes se mantiene ininterrumpidamente desde hace, al menos, 2.500 años, según se desprende de una reciente excavación arqueológica realizada en una necrópolis celtíbera de Bronchales.

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