urbanismo

El origen de las filtraciones de la casa hundida en Teruel se investigó desde una semana antes del colapso sin resultado

El informe de la empresa de aguas relata los intentos de localizar las fugas de aguas residuales en los sótanos de San Francisco 21. 

El solar correspondiente al número 21 de la calle San Francisco, cubierto por los cascotes del derrumbe.
El solar correspondiente al número 21 de la calle San Francisco, cubierto por los cascotes del derrumbe.
Javier Escriche

La empresa gestora del servicio de agua potable y del alcantarillado de la capital turolense, Aguas de Teruel, recibió el primer aviso de filtraciones en la casa de la calle San Francisco que se derrumbó el pasado 13 de junio, una semana antes de que produjera el colapso, pero, a pesar de sus distintos intentos, no consiguió averiguar el origen de las fugas, que, según determinó, procedían de la red de aguas residuales.

El informe elaborado por Aguas de Teruel detalla su intervención respecto a las filtraciones de la calle San Francisco desde que recibió, el 5 de junio, la primera alerta de un achique de agua en una finca colindante de la que finalmente se hundió, aunque en este caso con la fachada principal orientada al Camino de la Estación.

Las bombas de achique de la comunidad de propietarios de los números 9-23 del Camino de la Estación no podían evacuar toda el agua que entraba y tuvieron que pedir ayuda a los bomberos para resolver el incidente, relacionado con la proximidad del río Turia. Esa misma jornada, otra finca contigua del número 21, el número 23-25 de San Francisco, comunicó que también le entraba agua en los sótanos.

Al día siguiente, 6 de junio, la compañía de aguas recibió “el primer aviso” de fugas en San Francisco 21. Esa mismo jornada, Aguas de Teruel detectó un atasco en la acometida de saneamiento de la finca, lo que provocó una rotura en las bajantes del inmueble. La compañía de aguas municipal realizó un desatasco de la acometida para intentar resolver el problema.

El 8 de junio, las filtraciones en los garajes del número 21 habían “cesado”, según relata el informe. Pero, al día siguiente, los vecinos de este inmueble volvieron a avisar de fugas de agua en los sótanos, utilizados como garaje. Se trataba de nuevo de aguas fecales, pero la inspección de la acometida y de la red de saneamiento del entorno no detectó problemas.

El día 12, la víspera del catastrófico hundimiento, Aguas de Teruel inspeccionó el garaje del número 21 y “se comprueba que vuelve a haber filtraciones”.

El mismo día 13 revisó la red de alcantarillado de la calle San Francisco con una cámara de televisión, pero al no apreciar ningún problema decidió abrir varias catas en los puntos que pudieran ser más problemáticos en busca del origen de las fugas. Pero no hubo tiempo. Como señala el informe, “se precipitan los acontecimientos” y todo el bloque se desmoronó ante la mirada espantada de los vecinos, que, afortunadamente, pudieron ser desalojados a tiempo para que no hubiera desgracias personales.

El informe señala también que el día anterior al derrumbe, cuando se inspeccionaron los sótanos del número 21, “no se apreciaron daños en pilares y columnas ni grietas en las paredes”. Una información que avalaría los testimonios vecinales de que la deformación de los pilares de los garajes que marcó el principio del fin de todo el bloque de viviendas no empezó hasta unos momentos antes del derrumbamiento.

Otro documento municipal relacionado con el hundimiento de la calle San Francisco, relata como el 13 de junio una visita de técnicos del servicio de arquitectura municipal, policías locales y nacionales así como bomberos comprobó que los pilares de los sótanos se habían deformado por compresión. Aunque se decidió proceder al apuntalamiento de la finca, los indicios del inminente derrumbe impiden cualquier intervención de consolidación y se optó por desalojar también las fincas contiguas. Acababa de completarse la evacuación del número 19, cuando el número 21 se desplomó.

El colapso del número 21 comportó la destrucción de sus 21 pisos y obligó a desalojar a todos sus ocupantes, así como a las nueve familias del número 19 y a otras 11 del número 23-25. Los residentes en la finca hundida y en tres viviendas del número 19, muy dañadas también, se quedaron sin sus hogares y fueron realojados por el Ayuntamiento. Los damnificados esperan que el desescombro del solar arroje luz sobre las causas del derrumbamiento, en el que las filtraciones pudieron jugar un papel decisivo.

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