teruel

"Fui llamando a los vecinos por todos los pisos mientras el suelo crujía bajo mis pies"

La presidenta de la comunidad, Humildad Martínez, recorrió el edificio minutos antes de hundirse para sacar a los inquilinos, evitando con ello daños personales

Humildad Martínez, en el albergue de Cáritas, donde se alojan 25 de los 45 evacuados
Humildad Martínez, en el albergue de Cáritas, donde se alojan 25 de los 45 evacuados
Antonio García / Bykofoto

Humildad Martínez todavía está en shock. Su estado de ánimo cambia a cada segundo y lo mismo sonríe y se expresa con naturalidad que sus labios se cierran y no sale de ellos ni una palabra, mientras aparecen en su rostro las huellas del trauma vivido. Pero este jueves quiso hablar para que el derrumbe del Edificio Amantes y las 21 familias que se han quedado en la calle -entre ellas la suya-, sigan en la mente de todos y no caigan en el olvido.

Ella, presidenta de la comunidad de vecinos, fue quien el pasado martes, ante los primeros signos de hundimiento del inmueble -visibles en los pilares del garaje subterráneo- subió apresuradamente por las escaleras hasta la última de las cinco plantas del edificio -el ascensor no funcionaba- y con una fuerte determinación empezó a llamar a todas las puertas en sentido descendente conminando a sus inquilinos a que salieran de sus casas aunque no llevaran puesto más que el pijama.

Rodeada por otros afectados, Humi, como la llaman sus allegados, recibía este jueves los abrazos de sus vecinos en el exterior del albergue de Cáritas en Teruel, donde se alojan desde el día del suceso más de veinte de las 45 personas que se han quedado sin casa. "No soy ninguna heroína, solo hice lo que el corazón me dijo en ese momento", repetía. "Siempre fuimos una comunidad muy unida", pronuncia a duras penas, asaltada por el llanto su garganta.

Sin embargo, su acción, secundada minutos después por otra vecina ya alertada, evitó a buen seguro que se perdieran vidas, pues en apenas una hora todo el edificio se vino abajo como si fuera un azucarillo en una taza de café.

"Conforme se desplomó el edificio, me desplomé yo. Recibí el mismo impacto que si hubiera visto caer de nuevo las Torres Gemelas de Nueva York"

"Lo pienso y me tiemblan las piernas. Cuando iba por las escaleras tocando en los timbres para que salieran los vecinos oía crujir el suelo bajo mis pies", recuerda Humildad. "Ahora -continúa- mis sentimientos chocan; me paro a pensar y me siento afortunada porque todos estamos vivos, pero me entristece pensar que lo hemos perdido todo y que no va a ser fácil recuperar la normalidad en nuestras vidas".

Cuenta que la fuerza interior que le empujó a recorrer el edificio de arriba abajo para sacar a los vecinos -algunos de avanzada edad- se esfumó en cuanto vio caer la construccion. "Conforme se desplomó el edificio, me desplomé yo. Recibí el mismo impacto que si hubiera visto caer de nuevo las Torres Gemelas de Nueva York", relata. Detalla que aún tiene el miedo metido en el cuerpo. "No soy capaz de acercarme al lugar del derrumbe ni de ver las noticias que se han publicado sobre este suceso", confiesa.

"Por diez minutos están vivos"

El suyo no es el único relato espeluznante. José María Luz, su esposa y su nieto de nueve años no oyeron el aviso de Humildad Martínez y solo abandonaron la vivienda cuando el policía local Ángel Loras subió hasta su casa para sacarlos de allí. Fueron los últimos en salir. Solo diez minutos después el edificio se hundió.

Lo cuenta la hija de José María Luz y madre de su nieto, Begoña Luz, quien no puede quitarse de la mente la imagen del derrumbe. Llegó a la calle San Francisco tras dejar a sus otros dos hijos en el colegio y se encontró con todo el espacio acordonado y con sus padres y su hijo en la vía pública. Instantes después todo se desmoronó. "Por diez minutos están ahí; Dios vino a vernos ese día. Si llega a ocurrir por la noche, creo que ahora estaríamos lamentando muchas muertes", afirma.

Las pérdidas económicas son cuantiosas. Humildad Martínez y su esposo, José Luis Pérez, aún están pagando la hipoteca del piso que han perdido. Otro vecino que prefiere no dar su nombre acabó de saldar el préstamo hace dos años. "Trescientos mil euros, que es lo mismo que los ahorros de toda mi vida, se han quedado ahí enterrados. Tanto trabajar y luchar por el bienestar de mi familia, para nada", lamenta.

Afectados de los edificios colindantes de la casa derrumbada en Teruel
Afectados de los edificios colindantes de la casa derrumbada en Teruel
Javier Escriche

Apoyo de Ibercaja y Caja Rural

La situación ha desatado en Teruel una avalancha de solidaridad. Casi 500 personas han ofrecido su ayuda en forma de viviendas, dinero, ropa o apoyo técnico y legal. Dos entidades financieras, Ibercaja y la Caja Rural de Teruel, han suspendido durante seis meses el cobro de los recibos de las hipotecas a sus clientes por viviendas afectadas por el derrumbamiento y que se han quedado sin su piso pero con el préstamo pendiente. Ibercaja realizará, además, un donativo de 10.000 euros para los damnificados. Por su parte, la caja turolense matiza que su moratoria podría prolongarse en función del "alcance" del siniestro.

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