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Alivio y recelo entre los primeros vecinos que regresan a casa tras el derrumbe en Teruel

Un informe municipal confirma que son seguros, aunque otros tres edificios seguirán desocupados.

Dos vecinos regresan a una de las fincas desalojadas, contigua a la finca que se derrumbó sin causar heridos el pasado martes.
Dos vecinos regresan a una de las fincas desalojadas, contigua a la finca que se derrumbó sin causar heridos el pasado martes.
Javier Escriche

Los vecinos desalojados de tres fincas de la calle San Francisco de Teruel contiguas a la que se derrumbó el pasado martes han podido regresar este jueves a sus casas. El Ayuntamiento ha autorizado la vuelta a sus domicilios de los ocupantes de 17 pisos de los números 23 y 25 y también a los residentes en esta misma finca, pero en otros 46 pisos con acceso por el Camino de la Estación número 3 y 1 bis. 

Por el contrario, tras la inspección del inmueble realizada por los servicios técnicos municipales, se mantendrán desalojados los 11 pisos situados junto a la medianera que separa el inmueble del solar atestado de los escombros resultantes del hundimiento del bloque del número 21 de la misma calle, que se desmoronó sin víctimas dejando a 21 familias sin hogar.

El retorno de las familias se ha permitido tras un estudio de su situación por los arquitectos técnicos del Ayuntamiento y de los bomberos de la DPT que confirma que la estructura "no ha sufrido daño alguno". El informe indica que se procedió a una inspección de "prácticamente todas" las viviendas de la finca 23-25 y de la totalidad de las orientadas hacia el muro de separación del solar del número 21. En todos los casos, se constató que "la estructura no ha sufrido daño alguno, no apreciándose grietas, fisuras ni movimientos". También se revisó el garaje comunitario, que no presenta "daño alguno".

Tras el dictamen favorable de los técnicos, el Consistorio ha autorizado la vuelta casa de los evacuados de los números 23 y 25 a partir de primera hora de la tarde, cuando se ha iniciado un goteo de vecinos que llegaban con bolsas y maletas para recuperar su hogar. Sus sentimientos iban del alivio por la vuelta a casa a cierto recelo ante la cercanía de la finca repleta de cascotes por el derrumbamiento y por las dudas sobre el impacto que pueda tener el desescombro, porque la montaña de cascotes se apoya en la medianera del número 23.

Desde primera hora de la mañana, también ha recuperado la normalidad la sede del servicio provincial de Medio Ambiente, que ocupa el número 27 y que fue asimismo desalojada el pasado martes por precaución. Medio centenar de empleados trabajan en esta dependencia administrativa, que tuvo que trasladar la emisora contra incendios forestales, provisionalmente, a la cercana Delegación Territorial de la DGA. 

El subdirector provincial de Medio Ambiente, Sergio Aguarta, explica que la tarde del martes una última inspección de técnicos municipales confirmó la seguridad del edificio. Aunque tras la reapertura no se ha detectado ningún desperfecto, admite que algunos funcionarios mostraban cierta "preocupación" tras haber sido desalojados el martes y, en algunos casos, presenciar como se derrumbaba el edificio cercano.

Una de las vecinas que regresó a la finca de 23-25, Carmela Ortiz, afirma que tenía "muchas ganas" de volver a su casa porque estaba "segura" de que no había sufrido ningún daño por el hundimiento del inmueble contiguo. Tras pasar dos días en un hotel de la ciudad, ha podido comprobar que todo estaba "perfecto" en su domicilio.

Otro residente del mismo bloque, Tomás Lozano, admite que vuelve, pero "no con toda la tranquilidad que desearía" ante la cercanía del derrumbamiento. Confía, no obstante, en que los técnicos que inspeccionaron el edificio y certificaron su seguridad "hayan hecho bien su trabajo". Todavía tiene muy fresco el recuerdo de su desalojo. "Estaba durmiendo porque trabajo de noche, escuché un gran estruendo y vi a la gente que salía fuera del edificio. Enseguida pensé que algo grave había pasado", relata.

Una mujer que ha accedido momentáneamente al bloque reocupado para recoger ropa se muestra remisa a regresar definitivamente. Explica que prefiere demorar el retorno porque tiene "miedo" ante el montón de cascotes de la finca contigua. "Hasta que todo se resuelva y nos confirmen que el desescombro no nos va a afectar no puedo evitar cierta incertidumbre", admite.

Aunque los informes técnicos confirman que el edificio es seguro, la finca 23-25 recibió el impacto del derrumbamiento de la casa contigua. Los escombros provocaron un gran boquete en la pared medianera y penetraron en uno de los pisos colindantes, que como el resto de las viviendas que lindan con el número 21, seguirán, de momento, vacíos. El informe técnico concluye que estos domicilios, "por precaución y por la cantidad de escombros existentes en el solar contiguo", seguirán desalojadas "hasta nueva orden".

Una residencia estable 

Mientras parte de las casas desalojadas por precaución se rehabitan, las 21 familias que perdieron sus hogares reclaman un alojamiento estable que les permita "normalizar dentro de lo posible" su vida, como señala uno de los damnificados, Javier Carbó. Añade que el albergue de Cáritas en el que viven ahora es una buena solución "para salir del paso", pero la residencia definitiva puede tardar varios años, por lo que, mientras tanto, precisan de un vivienda lo más normalizada posible.

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