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La sala capitular de Albarracín, un almacén a prueba de plagas

Este espacio del conjunto catedralicio ha sido restaurado y acondicionado para guardar 692 piezas artísticas. 

Los bienes almacenados son introducidos en un envoltorio.
Los bienes almacenados son introducidos en un envoltorio.
Heraldo.es

La restauración del complejo catedralicio de Albarracín acaba de recibir un nuevo empujón con la rehabilitación de la sala capitular del siglo XVIII, el último espacio del conjunto que quedaba pendiente de restaurar. A la vez, se ha procedido a su acondicionamiento como almacén de un total de 692 bienes muebles, entre los que figuran piezas textiles, libros, orfebrería, pinturas de caballete y documentos gráficos, un fondo que estaba disperso en distintas dependencias.

Las piezas almacenadas han sido sometidas a un proceso previo de anoxia, que consiste en mantenerlas en un envoltorio sin oxígeno durante un tiempo para garantizar la buena conservación al acabar con las plagas que pueden dañar los materiales.

La restauración de la sala capitular y su acondicionamiento como almacén se presentarán al público en un acto previsto para hoy mismo en el marco de las fiestas patronales de la localidad de Albarracín. El espacio rehabilitado ocupa unos 40 metros cuadrados y está situado bajo el coro de la catedral.

Las obras, financiadas por el Fondo de Inversiones de Teruel (Fite) y ejecutadas por la Fundación Santa María de Albarracín, han permitido rescatar algunas pinturas del techo de factura muy "sencilla", como explica el gerente de la Fundación, Antonio Jiménez.

El almacenamiento se complementa con un proceso paralelo de catalogación que se ha completado con 422 piezas. El inventario incluye una fotografía del bien artístico y una ficha que informa de su estado y sus características. El inventariado facilitará la tarea de investigadores que decidan bucear en el patrimonio artístico mueble de la catedral de Albarracín.

Algunas piezas particularmente sobresalientes de los fondos catedralicios quedarán expuestas en la remozada sala capitular para que puedan ser apreciadas por el público.

Una de las prioridades del almacén acondicionado en este espacio es la prevención de las plagas que puedan dañar los bienes artísticos. Para evitar que hongos o insectos proliferen, todos los bienes han sido sometidos a un proceso de anoxia –eliminación de oxígeno– antes de su almacenamiento. El trabajo ha sido desarrollado por una empresa especializada contratada para la ocasión.

Expertos en restauración

El gerente de la Fundación Santa María de Albarracín ha señalado que el proceso de inventario y almacenamiento ha seguido los pasos dictados por expertos en restauración que cada año acuden a la Fundación Santa María para dirigir cursos de formación. Por ejemplo, los textiles han quedado colgados en las perchas adecuadas y con las fundas más apropiadas.

Antonio Jiménez ha explicado que, también como medida de precaución, el suelo de madera de la sala ha sido sustituido íntegramente por uno de barro cocido ante la aparición en el firme inicial de indicios de un ataque de termitas. Aunque este insecto no fue detectado, por seguridad se decidió la sustitución.

La restauración y adecuación de la sala capitular como almacén ha supuesto la inversión de 100.000 euros con cargo a dos anualidades del Fondo de Inversiones de Teruel, una herramienta financiera que recibe aportaciones del Gobierno central y el Ejecutivo aragonés.

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