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Adiós a las torres de la central térmica de Andorra: "La vi nacer y ahora la veo morir"

La voladura allana el camino para construir en su lugar una central fotovoltaica.

La voladura con dinamita vista desde diferentes ángulos.

Las tres torres de refrigeración de la central térmica de Andorra son ya historia. A las 11.30 Luigi Erbi, responsable de la voladura, ha terminado la cuenta atrás que ha significado la demolición controlada de las tres grandes estructuras, que se han desmoronado en un instante tras el estallido de un cinturón de explosivos colocados en su base. Sigue en pie la chimenea de emisión de gases, de 343 metros, que también caerá en 2023.

La demolición ha generado una gran expectación en la localidad, con numerosos vecinos desplazados a los alrededores para presenciar el acontecimiento. También han estado presentes 70 periodistas acreditados de 30 medios de comunicación nacionales. La excepcionalidad del acontecimiento lo merece, porque es la primera vez que en Europa se vuelan a la vez tres torres de refrigeración de una central térmica. Para garantizar la seguridad del derribo, un centenar de guardias civiles han establecido un perímetro de controles para que nadie se acercara a menos de 800 metros de la planta.

El director de Endesa en Aragón, Ignacio Montaner, ha reconocido que la visión de las torres cayendo a plomo en medio de una nube de polvo le ha dejado "un nudo en el estomago" porque pone punto final a un periodo de explotación de 40 años, aunque lo ha contrapuesto a la "ilusión" por desarrollar los planes de futuro de la compañía eléctrica para Andorra y su entorno, centrados en desarrollar plantas de energías renovables con una potencia de 1.800 megavatios, superior a los 1.200 que producía la central térmica. Ha señalado que la culminación de los planes inversores de Endesa en la zona, con un presupuesto de 1.300 millones de euros, generará más empleo del que comportaba la planta térmica. El primero de los proyectos alternativos, una planta solar de 50 megavatios, se empezará a construir en el solar de la central térmica en las próximas semanas,

Casi 300 kilos de explosivos han servido para demoler una de las principales estructuras de la planta, cerrada desde 2020.

La responsable del proyecto de demolición, Beatriz Muñiz, ha explicado que, tras la exitosa voladura, este mismo sábado puede empezar el proceso de desescombro de las 40.000 toneladas de cascotes generados por la destrucción de las tres torres. Los escombros se reutilizarán como material de relleno.

Entre el público asistente a la voladura, figuraba el presidente del comité de empresa de la central cuando se produjo su clausura, en el verano de 2020, Alejo Galve, que ha reconocido su tristeza por ver desaparecer una instalación industrial en la que trabajó 35 años. "La vi nacer y ahora la veo morir", ha lamentado. Galve ha manifestado su deseo de que los planes de generación de empleo alternativo se hagan realidad, pero ha cifrado en un centenar de vecinos los que han dejado Andorra como consecuencia del cierre de la central y de las minas de lignito que la abastecían.  

Aunque el hundimiento de las torres ha sido celebrado por el público presente con vítores por el logro técnico y de seguridad que ha comportado, distintos colectivos han aprovechado el evento para mostrar su oposición a la voladura, como Teruel Existe, muy crítico porque no se hayan conservado las torres y la chimenea como patrimonio industrial, o Vox, que califica la destrucción de la planta como una aberración económica para el país.

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