Teruel

Personas sin hogar en Teruel: “La gente de esta ciudad se ha convertido en nuestra familia”

El Ayuntamiento amplía durante el invierno de 2 a 4 los días de alojamiento para transeúntes en el albergue municipal 

Vicente Torres y Pilar Oviedo, en la foto, son muy conocidos en el barrio del Ensanche de Teruel.
Vicente Torres y Pilar Oviedo, en la foto, son muy conocidos en el barrio del Ensanche de Teruel.
M. A. M.

El Ayuntamiento de Teruel ha suavizado las normas de uso del albergue municipal para que ninguna persona sin hogar que se encuentre de paso en la ciudad tenga que dormir en la calle durante este invierno. La medida, según informa la concejal de Servicios Sociales, Nuria Tregón, está llamada a permanecer más allá de los meses fríos con el objetivo de que "todo aquel que lo necesite, tenga un lugar donde cobijarse".

La ordenanza establece que el periodo de alojamiento, comida y cena en el albergue es de dos días consecutivos cada cuatro meses. Sin embargo, el Plan Invernal ha permitido ampliar hasta cuatro jornadas seguidas la utilización de este establecimiento, siempre que haya camas disponibles. Si no es así, el transeúnte es derivado a un hostal. Además, como destaca Tregón, si el beneficiario lo solicita por motivos razonables y los servicios sociales emiten un informe técnico a favor, podrá permanecer en el refugio hasta 21 días cada cuatro meses.

La concejal explica que, bajo la premisa de que nadie tenga que dormir al raso, especialmente en las olas de frío, ella misma, acompañada de agentes de la Policía Local, recorre en muchas ocasiones las calles ofreciendo a los sintecho, "uno por uno", la posibilidad de alojarse en el albergue, que cuenta con 10 camas en total. "No dejamos a nadie que duerma en la calle, a no ser que esa persona lo prefiera. Se trata siempre de aplicar el sentido común", subraya la edil.

No obstante, Tregón matiza que hay personas que son reticentes a alojarse en el albergue y optan por quedarse en la vía pública. El refugio, en la calle Hartzenbusch, está gestionado por Cáritas Diocesana, pero financiado por el Ayuntamiento de Teruel. Debido a la pandemia de covid, las habitaciones son individuales.

"Nos gusta hacer nuestra vida"

Pilar Oviedo, de 47 años, y Vicente Torres, de 56, pertenecen a ese grupo de personas sin hogar que rehúsa utilizar el albergue municipal al estimar que, debido a lo limitado de la estancia, "no es solución" para quienes carecen de una vivienda. También valoran su "independencia". "Nos gusta hacer nuestra vida", subraya Pilar.

No tienen casa ni propiedades de ningún tipo. Duermen entre mantas y cartones en los soportales de un bloque de pisos del barrio del Ensanche de Teruel. Se sustentan de lo que la gente les da y de lo poco que pueden adquirir con la paga de 400 euros que ella percibe por padecer una discapacidad. La pareja, procedente de Valencia, está instalada en Teruel desde junio de 2020.

Ambos se han ganado el afecto de los vecinos de la zona, que los saludan, les preguntan cómo se encuentran y les proporcionan incluso comida caliente. "Aquí nos ayuda todo el mundo. La gente de Teruel se ha convertido en nuestra familia", señala la mujer. Lectora voraz, Pilar recibe también libros que lee mientras aguarda a que los viandantes depositen algunas monedas en la gorra preparada para este fin. 

Aclara que ella nunca se dirige a las personas para pedirles dinero, sino que espera, sin más, que alguien decida hacerlo. "No está bien exigir, cada uno es libre", afirma. Siempre con una sonrisa, abre la puerta a los clientes que se dirigen a la entidad bancaria en cuya puerta se apuesta para conseguir unas monedas. 

Los servicios sociales municipales y Cáritas los han convencido para que se empadronen en Teruel y ahora analizan el informe de vida laboral de Vicente para saber si podría acceder a alguna prestación que permita a esta pareja encontrar una vivienda. 

Se conocieron en un albergue de transeúntes en Tarragona en 2015. Él vagaba tras haber perdido el trabajo con la crisis de 2008. Ella, había dejado su casa y su familia huyendo de la violencia doméstica. Aseguran que no pasan frío en las calles de Teruel y que suplen la falta de un televisor "viendo ‘pelis’ en el móvil", pero confiesan que sueñan con poder alquilar una casa en un pueblo con huerto y animales.

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