Teruel

historia

Luis Antonio Palacio: "La gripe española fue como la peste en los pueblos de Aragón"

Historiador nacido en Zaragoza hace 57 años, publica ‘Aragón 1918. La gripe española. Crónica de un desastre olvidado’, en la editorial Comuniter.

El historiador Luis Antonio Palacio, en el paseo de Independencia de Zaragoza.
José Miguel Marco

Acaba de publicar un libro sobre la gripe española de 1918 en Aragón, una pandemia que se cita como un precedente de la covid-19. ¿En qué se parecen?

Hay más similitudes en la reacción social que en la dimensión de la enfermedad. La gripe española mató a entre 50 y 100 millones de personas en todo el mundo, cuando la población mundial era de 2.100 millones, frente a los 2,5 millones de muertos por la covid-19 con cerca de 8.000 millones de habitantes actuales. Pero las repercusiones económicas y mediáticas son mayores ahora. Con todo el respeto a las víctimas del coronavirus, no hay punto de comparación. La gripe española fue mucho más grave.

¿Cuáles fueron las principales diferencias?

Resultaba muy dramático que en 1918 murieran los jóvenes, muchas parturientas y, en la última ola, niños menores de tres años. Fue mucho más trágico, sin quitar dramatismo a la muerte de ancianos por la covid-19. La reacción social y política actual está, además, condicionada por las redes sociales y en 1918 no hubo negacionistas, o si los hubo no tuvieron ninguna repercusión.

Otra diferencia es que, al menos ahora, hay vacunas eficaces.

Entonces no se podía desarrollar porque ni siquiera se sabía que la causa era un virus. Se creía que el causante de la gripe era un bacilo.

¿Cómo mataba la gripe española?

La patología era brutal. Los líquidos que creaba el sistema inmunológico ahogaban a las víctimas. Pero hay muchos aspectos de la epidemia que aún se desconocen.

¿Qué impacto tuvo en Aragón?

No fue de las zonas más castigadas de España, pero aun así murieron 11.000 personas. La población urbana se vio menos castigada. La primera oleada, en la primavera de 1918, alcanzó más a las ciudades, pero no causó víctimas mortales. La segunda ola, en otoño, fue devastadora en el medio rural, porque sus infraestructuras sanitarias eran mínimas.

¿Qué pasó en los pueblos?

Había muchos pueblos sin médico al llegar la oleada de octubre de 1918. Algunos vivieron una situación catastrófica, como Fabara, Sástago o Escatrón, donde fue como la peste negra. Talamantes se hizo famoso porque murieron familias enteras y se cerraban casas porque no sobrevivía nadie.

Describe un panorama apocalíptico.

Había gente que moría en total abandono porque el médico caía enfermo, se ocupaba el cura, pero también enfermaba. Al final, la atención de los enfermos dependía de algunas personas valientes que se encargaban también de enterrar los cadáveres.

¿Se reconoció su esfuerzo?

La clase médica salió muy reforzada ante la población por su comportamiento. Más de cien médicos murieron en España. En la montaña del Pirineo había facultativos que se encargaban de quince aldeas con jornadas de trabajo tremendas. Echaron el resto e, incluso enfermos, atendían a los pacientes. Hubo muchos héroes entre los médicos, los veterinarios, los curas, los guardias civiles y también voluntarios.

La población está cansada psicológicamente tras un año de la covid-19, pero ¿cuánto tiempo duró la gripe española?

Duró dos años, pero la gente no apreció tanto la duración porque los periodos de contagio fueron breves y entre ellos la enfermedad se desvanecía. Además, entonces, con o sin gripe, la gente tenía que salir al campo e ir a trabajar. Afectó menos al ánimo de la población porque había menos información.

¿Cuál fue el paciente cero de la gripe en Aragón?

Los primeros casos fueron dos hermanos de Apiés que vinieron de Barcelona. Pero la segunda oleada empezó en el Campo de Cariñena, fue muy agresiva y se extendió enseguida.

¿Qué enseñanza podemos extraer para aplicar con la covid?

Lo que me demuestra la actual pandemia es que la gente no cambia su naturaleza. Hubo gente que abandonó a sus vecinos por terror, pero también casos de heroísmo, como ahora. No se dieron fenómenos como el negacionismo, que es el peor ejemplo de egoísmo. Pero, claro, no existían las redes sociales que permiten que cualquier negacionista majara que antes se tomaba por el tonto del pueblo ahora tenga miles de seguidores.

¿También se suspendieron las fiestas?

La suspensión de las fiestas del Pilar en 1918 fue más violenta que ahora. Hubo muchas presiones para celebrarlas, mucha polémica y amenazas de muerte a concejales partidarios de cancelarlas. Nadie se atrevía a tomar la decisión, pero la clase médica fue contundente. Se suspendieron y se evitó un desastre.