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Un inventario del patrimonio industrial de Teruel detecta 32 instalaciones en peligro de derrumbamiento

La ‘lista roja’ de antiguas factorías amenazadas incluye, entre otras, a la central de Aliaga y las salinas de Arcos y Armillas.

La provincia de Teruel cuenta con 300 instalaciones industriales abandonadas, de las cuales 32 corren riesgo de desaparición a corto plazo por su grave deterioro. El inventario, que ha sido realizado por la asociación Recartografías, especializada en temas vinculados a la despoblación, se recogerá en un libro que se publicará a lo largo de 2021.

El catálogo de molinos, fábricas, centrales y minas abandonados ha sido elaborado tras un trabajo de campo de cuatro años, en el cual el equipo redactor, dirigido por el geógrafo y profesor de la Universidad de Valencia Luis del Romero, ha visitado 150 municipios, ha realizado 60 entrevistas y ha tomado 5.000 fotos. Aunque el número de plantas industriales en desuso ronda las 600, solo se han incluido las que están en peligro y, salvo excepciones, fuera de los cascos urbanos.

El catálogo incluye una "lista roja" de 32 inmuebles que están en peligro grave y que tienen un especial valor patrimonial. El listado incluye seis industrias de Gúdar-Javalambre, seis del Maestrazgo, cinco del Matarraña, cinco de Cuencas Mineras, cuatro de la Comunidad de Teruel, tres de la Sierra de Albarracín y una de Andorra-Sierra de Arcos, Bajo Aragón y Bajo Martín. Entre los edificios arruinados o al borde de la ruina, hay fábricas de harina, molinos, minas, salinas y una herrería.

Algunas de estas plantas son de excepcional valor patrimonial. Del Romero señala entre las industrias amenazadas de valor singular a las salinas de Armillas –un barrio de Vivel del Río–, en las que "si no se interviene pronto" solo quedará un recuerdo del pasado. En parecida situación están la central de Aliaga, las salinas de Arcos o la fábrica Bonica de Valderrobres, un molino papelero del siglo XVIII con las fachadas decoradas con pinturas murales y que corre peligro de desaparecer.

El inventario de Recartografías amplía el catálogo ya realizado en el Maestrazgo, aunque este se limitó a instalaciones hidráulicas. La investigación provincial se ha extendido a todo tipo de industrias. Algunas instalaciones catalogadas ostentan "récords", como el tren minero de Ojos Negros, el más largo del país, la mina de azufre de más grandes del país en Libros o la primera fábrica de papel continuo de Villarluengo.

La central térmica de Aliaga, también en la "lista roja" por su grave deterioro.
Laura Uranga

Luis del Romero explica que el patrimonio industrial es muy extenso en Teruel, particularmente en las comarcas orientales, donde la abundancia de cursos de agua facilitó la implantación de actividades fabriles. Gudar-Javalambre es la comarca más representada en el inventario, con 70 instalaciones; seguida del Maestrazgo, con 60; el Matarraña con 50; Jiloca con 45; y la Comunidad de Teruel, con 40. Las fábricas de harina son la instalación más frecuente debido a que «atendían una necesidad básica de la población, la alimentación».

El catálogo, que se presentará como un libro divulgativo con un amplio despliegue gráfico, quiere ser una visita al pasado para sensibilizar sobre el valor del patrimonio industrial y despertar el orgullo por su conservación. Pero también plantea propuestas de aprovechamiento como recurso económico. Luis del Romero cuenta que, por ejemplo, las salinas de la provincia, que "están muy abandonadas", podrían lanzar una producción artesanal que en otros lugares ha tenido muy buena acogida.

La tercera parte de los molinos del Maestrazgo, en buen estado a pesar de caer en desuso

La comarca del Maestrazgo concentra 83 industrias hidráulicas entre molinos de harina, almazaras, fábricas textiles, fábricas de luz y serrerías, según se recoge en el libro ‘Los ingenios de las bailías’, que acaba de publicar el Centro de Estudios del Maestrazgo. El estado de conservación de este patrimonio "protoindustrial" es, además, relativamente bueno teniendo en cuenta que las últimas dejaron de funcionar hace más de 60 años. Según la publicación, el 35% de todas los ingenios están en buenas condiciones, un porcentaje "extraordinario".

El equipo redactor, encabezado por Luis del Romero, ha catalogado todas las industrias que basaban su fuerza motriz en los cursos de agua, donde se llegan a formar núcleos fabriles que aprovechaban los escasos caudales disponibles con canales y balsas que conectaban los molinos entre sí. La principal concentración se da en el río Guadalope, pero también hay en el Bergantes, el Cantavieja, el Pitarque y en barrancos.

Vicente y Amparo Sales, en su molino de harina de Cantavieja.
CEMAT

El municipio con más industrias hidráulicas es Castellote, con 15; seguido de Cantavieja, con 11; Villarluengo, con 9; y La Iglesuela del Cid, con 7. Todos los municipios del Maestrazgo conservan al menos una de estas fábricas y la que nunca falla es el molino de harina, dada su relevancia para la alimentación de la población. Los molinos harineros suponen el 62% del total de establecimientos catalogados, seguidos de los batanes, con el 14%; las fábricas textiles, las centrales eléctricas, las almazaras y las serrerías.

La publicación señala que dada la extensión y valor del patrimonio industrial asociado al agua merece "mayor atención institucional" para su conservación y aprovechamiento. El libro repasa la historia de las industrias y las analiza en función de los cursos de agua que aprovechan. Plantea la posibilidad de recuperar algunas de estas instalaciones asociadas a la creciente ofertas turística comarcal y propone para su rehabilitación la fórmula de la "custodia del territorio", consistente en el acuerdo entre los propietarios y colectivos que trabajan en la conservación de forma voluntaria y que, como contrapartida, son usufructuarios del inmueble.