paleontología

Teruel, cuna de dinosaurios

Las excavaciones en la provincia han servido para identificar 10 especies desconocidas de los grandes reptiles del Jurásico y el Cretácico.

Réplica del Turiasaurus riodevensis en la sede de Dinópolis en Teruel.
Réplica del Turiasaurus riodevensis en la sede de Dinópolis en Teruel.
Dinópolis

El hallazgo a finales de 2019 de los restos fósiles de un dinosaurio de 20 metros de largo en Riodeva constituye un eslabón más en la larga cadena de descubrimientos hechos en Teruel relacionados con los “lagartos terribles” que dominaron la tierra durante el Jurásico y el Cretácico, entre 201 y 65 millones de años atrás. La investigación de los yacimientos de interés paleontológoco ha permitido identificar en la provincia 10 especies de dinosaurio, además de dos tipos de icnitas -pisadas fósiles- y un tipo de huevos.

Entre los hitos de la fructífera investigación paleontológica de la provincia, destaca el descubrimiento en Riodeva del Turiasaurus riodevensis en 2003. Vivió hace 147 millones de años y con sus 38 metros de longitud entre el hocico y la cola y sus 47 toneladas de peso es el mayor dinosaurio descubierto en Europa y está emparentado con el ejemplar que acaba de ser descubierto en la misma localidad. Además, dio lugar a un nuevo grupo de dinosaurios con representantes localizados en Portugal, Francia, Reino Unido y los Estados Unidos, aunque su rastro se sigue también en África y América del Sur.

La riqueza fosilífera de Riodeva destaca por la presencia de ejemplares de grandes dimensiones de distintas especies. Es lo que el director de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis, Luis Alcalá, define como “gigantismo”. Explica que, en la transición entre el Jurásico y el Cretácico -hace unos 140 millones de años-, este lugar “reunía unas condiciones ambientales que facilitaban el gran tamaño de los animales”. Además del Turiasaurus riodevensis, los vestigios de otras especies, como el Dacentrurus, localizadas en el municipio apuntan también a unas proporciones excepcionales en su especie.

Apertura de la nueva temporada de Dinopolis. Foto Antonio garcia/bykofoto. 14-03-15 [[[HA ARCHIVO]]]
Réplica del esqueleto de un dinosaurio Proa en la sede de Dinópolis en Ariño.
Antonio Garcia/Bykofoto

Pero el enclave pionero de la dinomania turolense fue, sin duda, Galve, donde un aficionado a los fósiles, José María Herrero, descubrió huesos e icnitas de diferentes especies y abrió el melón de la paleontológia turolense. Los restos encontrados en esta localidad han servido para identificar la primera especie de dinosaurio definida en España, el Aragosaurus ischiaticus. También fue descubierto aquí el Galvesaurus herreroi -el nombre es un homenaje a José María Herrero-, el más antiguo de Europa con sus 152 millones de años de antigüedad, según un reciente informe de la Universidad de Zaragoza.

Luis Alcalá explica que otro yacimiento singular es la antigua mina de carbón de Ariño en la que se descubrió una nueva especia de dinosaurio acorazado, el Europelta carboniensis. Pero, a juicio de Alcalá, todavía es más singular el hallazgo de restos de treinta individuos de otra especie descubierta en esta explotación carbónifera, el Proa valdearinnoensis, que vivió hace 112 millones de años. El investigador señala que, frente a la acumulación de ejemplares que contribuyeron a identificar este dinosaurio, “habitualmente se documentan a partir de uno o dos ejemplares”. Alcalá resalta la excepcionalidad de la mina, con 150 hallazgos de fosiles de vertebrados.

Otro dinosaurio turolense es el Tastavinsaurus sanzi, descubierto en 1997 en Peñarroya de Tastavins. Es el saurópodo del Cretácico mejor conservado del continente y a su alrededor ha surgido una de las sedes satélites de Dinópolis, el proyecto revulsivo de la paleontología provincial. La cola de Tastavinsaurus apareció articulada y sin fracturas.

Huesos fósiles del Tastavinsaurus sanzi descubierto en Peñarroya de Tastavins.
Huesos fósiles del Tastavinsaurus sanzi descubierto en Peñarroya de Tastavins.
Oliver Duch

Además de los huesos petrificados, otro vestigio fósil de los dinosaurios de gran impacto visual y con potencial turístico son las icnitas, huellas fosilizadas que aparecen por numerosos puntos de la provincia. Por encima de todos, destaca El Castellar, con 70 yacimientos identificados y que ha servido para describir dos tipos nuevos de pisadas fósiles, uno de ellos de un “gran carnívoro” de más de 10 metros de longitud bautizado como Iberosauripus grandis.

Pero la investigación del potencial paleontolígico de la provincia está todavía en pañales y el subsuelo turolense dará grandes sorpresas en el futuro. Luis Alcalá explica que de los 130 yacimientos de fósiles que suman El Castellar y Riodeva solo el 5% se han excavado. La cifra de enclaves con fósiles de dinosaurio identificados se dispara por encima de los 500, una riqueza excepcional derivada de las buenas condiciones geológicas y climatológicas de la provincia y también de la intensa labor de investigación y prospección desarrollada por la Fundación Conjunto Palontológico y otros organismos. Y la búsqueda continúa. Este mismo miércoles paleontólogos de Dinópolis han reanudado las excavaciones en Galve. 

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