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Más de mil legajos musicales esperan mejores tiempos

La catedral de Albarracín conserva una colección única de cantorales de los siglos XVI al XVIII necesitada de una restauración urgente que evite su pérdida.

Labor de restauración de un documento musical de Albarracín
Labor de restauración de un documento musical de Albarracín
Heraldo.es | Heraldo

Rara vez el olvido depara beneficios, pero en Albarracín se cumple esta excepción. La guerra civil no fue aquí tan cruenta como en otros lugares y ello evitó, entre otros muchos males, que la magnífica colección de documentos musicales de la catedral desapareciese. Ahora, más de 1.000 legajos con pentagramas de villancicos, pasionarios –cantos de Semana Santa– o cantorales litúrgicos aguardan una restauración que evite su pérdida. Estas hojas datan de los siglos XVI al XVIII y suponen un patrimonio único en Aragón.

Y la intervención parece urgente. Muchos de esos documentos están infectados por gérmenes y bacterias debido a los muchos decenios que pasaron almacenados en armarios de madera y que no favorecen precisamente la conservación de la colección musical. Como explica Antonio Jiménez, el gerente de la Fundación Santa María de Albarracín –entidad que lidera la restauración del patrimonio de la ciudad desde hace más de 20 años– sería necesario acabar con esa "patología" que presentan los legajos como paso previo a la restauración del material.

La fundación no pierde la esperanza en que los patronos que sustentan la entidad, y que tienen previsto reunirse este viernes en Albarracín para iniciar la andadura de una nueva etapa paralela a la legislatura autonómica, respalden la puesta en marcha de un plan integral de ordenación y conservación de los almacenes de la catedral, donde se guardan los libros musicales. Tras esta medida, podría iniciarse la recuperación y consolidación de los legajos pintados con pentagramas, algunos de los cuales presentan orificios de bala al haberse usado como parapetos en las ventanas de la catedral durante el conflicto bélico de 1936.

En esos almacenes reposa una cantidad ingente de objetos, desde piezas de orfebrería a prendas textiles pasando por pequeñas esculturas y fragmentos de antiguos altares. "Pero el punto negro de ese depósito es el archivo musical", remacha Jiménez, preocupado por el futuro de los documentos. No solo por el devenir de esos papeles. También inquieta al gerente de la Fundación Santa María de Albarracín la pérdida de la oportunidad de formar a jóvenes restauradores recuperando los legajos.

La entidad ha adquirido un gran prestigio en las dos últimas décadas por la calidad de sus cursos de restauración y la recuperación de la colección musical se presenta como una ocasión única para continuar siendo un referente en la materia. "Hay muchas miradas puestas en nosotros, y creemos que ese patrimonio merece nuestra atención", afirma Antonio Jiménez.

La fundación acaba de restaurar un pasionario o libro de cantos sobre la Pasión de Cristo encuadernado en 1700 en Zaragoza. Estaba totalmente destrozado y ahora lucen casi como al principio su cubierta de piel y madera, su bisagra y sus clavos metálicos decorativos. Se han respetado sus cicatrices bajo la idea de que también son historia. Así, presenta rasgaduras, anotaciones, escritos solapados y manchas por el uso.

El Patronato, constituido por representantes de la Diputación General de Aragón, el Obispado de Teruel y Albarracín, el Ayuntamiento de Albarracín e Ibercaja, diseñan este viernes la hoja de ruta del próximo año y quizá en ella figure una mirada al archivo musical de la catedral.

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