Teruel

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Las asociaciones vecinales crearán una red de ayuda para evitar la soledad de los mayores

Grupos de voluntarios se turnarán para acompañar a las personas y el comercio de proximidad dará la voz de alarma si detecta la ausencia de un anciano durante varios días.

Cecilia, Ascensión y Fidela, en el hostal turolense donde trabajan.
Jorge Escudero

La Federación de Asociaciones Vecinales de Teruel trabaja en la puesta en marcha de una iniciativa pionera en la Comunidad aragonesa para combatir la soledad no deseada de los mayores. Se trata de crear una red de voluntarios que acompañe a los ancianos y les preste la ayuda que necesiten. El proyecto cuenta ya con la implicación de diversos comercios de proximidad dispuestos a dar la voz de alarma cuando se percaten de que un cliente de edad avanzada que viva solo haya dejado de entrar en su tienda desde hace días.

La portavoz de la Federación de Asociaciones Vecinales de la capital turolense, Patricia Blasco, explicó este viernes que lo ideal sería que los voluntarios fuesen gente en edad de jubilación. "De esta forma, evitamos la soledad de los jubilados, que ya empieza a aparecer en algunos casos, y también la de los más mayores", dice. No obstante, Blasco destaca que igualmente los jóvenes serán bien recibidos para participar en el proyecto.

Las entidades vecinales buscan financiación para poder contratar a una persona profesional que "coordine" la labor de todos los voluntarios. Además, el propósito es "organizarse" con algunas instituciones que ya trabajan con mayores, como Cruz Roja, Cáritas o, indirectamente, la Asociación Española Contra el Cáncer, con cuyos responsables ya han iniciado conversaciones. "Queremos sumar esfuerzos para evitar que alguien se sienta solo o pueda acabar sus días sin otra persona a su lado", explica Blasco.

La iniciativa tiene especial valor en una ciudad que, al igual que ha ocurrido en otros municipios de la provincia, ha sido castigada por el fenómeno de la emigración y cuenta con una población envejecida. Los mayores de 65 años que mueren solos en su casa se han convertido en un problema social que las instituciones tratan de atajar. En la provincia de Teruel, los datos de los últimos años son preocupantes, con cinco fallecidos en 2016 solo en las comarcas de Teruel y Calamocha y siete durante 2017. El goteo ha continuado en los años siguientes.

Patricia Blasco considera que el proyecto de la Federación de Asociaciones Vecinales de Teruel puede considerarse piloto "en Aragón y probablemente en España, al menos en lo que respecta al carácter colaborativo con que ha sido diseñado y a la fuerte implicación de la ciudadanía". Blasco considera que, si bien son las instituciones quienes deben resolver el problema de la soledad no deseada de los mayores, "los vecinos pueden hacer mucho por los ancianos e incluso evitar que el mayor se vea en una situación desesperada".

Los colectivos vecinales quieren que la iniciativa sea una realidad "cuanto antes". "La población está cada vez mas envejecida y se cuenta con un menor número de hijos, lo que dificulta el cuidado de los mayores", subraya Blasco.

Limpiadoras y ángeles de la guarda

 Ascensión Monfort, Cecilia Sabau y Fidela Jordán no miraron para otro lado cuando vieron que uno de los huéspedes más antiguos del hostal turolense en el que trabajan como limpiadoras estaba enfermando. El hombre en cuestión, sin parientes y con 87 años, 13 de los cuales –los últimos– había estado residiendo en el hostal, no tenía más familia que los dueños del establecimiento y las tres limpiadoras, quienes se pusieron manos a la obra para frenar su deterioro.

"Después de tanto tiempo viéndolo por los pasillos y hablando con él, le habíamos cogido cariño y decidimos que teníamos que actuar", relata Cecilia. "Era muy tímido y no quería ir al médico; necesitaba un empujón", añade Fidela. Sin pensarlo dos veces, ellas fueron quienes lo llevaron a Urgencias para que los médicos lo trataran y quienes lo visitaron diariamente durante los casi dos meses que estuvo ingresado en el hospital Obispo Polanco.

"Nos turnábamos para ir a hacerle compañía y que su ánimo no decayera. Cuando trabajábamos las tres al mismo tiempo, iban nuestros maridos", cuenta Ascensión.

El pasado 8 de noviembre el cáncer acabó con su vida y de nuevo fueron las tres limpiadoras quienes se hicieron cargo de los detalles de su sepelio. La suya, destacan, fue una labor "compartida", pues recuerdan que también los dueños del hostal, Carlos y Ángel Bayo, acogieron sin problemas al anciano a pesar de su exigua pensión. Y lo mismo hicieron los responsables de la residencia Los Paúles, donde pasó sus últimos días el protagonista de esta historia. Entre todos, tejieron una red que permitió a este hombre, en riesgo de exclusión, vivir y morir acompañado.

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