Las frutas de los huertos antiguos de Teruel despiertan el interés de los investigadores

El CITA estudia la recuperación de variedades muy resistentes a enfermedades, adaptadas al frío y que son más dulces, aromáticas y crujientes que el resto

Pilar Errea, investigadora del CITA, en su exposición sobre frutales antiguos de la Sierra de Albarracín
Las frutas de los huertos antiguos de Teruel despiertan el interés de los investigadores
Jorge Escudero

Las manzanas de antes se cogían en septiembre, se guardaban en el granero y se podían comer en condiciones aceptables hasta marzo o abril, algo impensable en la actualidad. La mejor conservación es una de las potencialidades de las frutas de los huertos antiguos de Teruel, pero hay más. Estudios realizados por el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (CITA) de Aragón concluyen que las manzanas, peras y ciruelas de algunas variedades locales que se cultivan en la Sierra de Albarracín, son muy resistentes a las enfermedades, se adaptan a altitudes de hasta 1.600 metros sobre el nivel del mar y son más duras, crujientes, dulces y aromáticas que otras muchas especies presentes en el comercio.

Averiguar si estos productos locales tendrían salida en el mercado, elevando la renta de los agricultores y contribuyendo a poner freno a la despoblación, es el reto que se ha marcado el CITA y, también, el objeto de la jornada que se ha desarrollado esta mañana en el Centro de Innovación en Bioeconomía Rural de Teruel, un evento que ha sido inaugurado por el delegado territorial del Gobierno de Aragón, Antonio Arrufat.

“Son variedades bien adaptadas para sobrevivir en condiciones de altitud y tienen calidad. Nuestros antepasados ya hicieron una selección de aquellas que funcionaban mejor en sus huertos y ahora queremos saber si tiene sentido su comercialización”, ha explicado Pilar Errea, investigadora de la Unidad de Hortofruticultura del CITA que ha presentado un proyecto para recuperar, conservar y evaluar frutas locales de Teruel.

Otro de los proyectos en marcha por parte del CITA es hallar un modelo de negocio para la cereza tardía turolense y de ello han hablado los investigadores Javier Rodrigo, Tiziana de Magistris y Gabriela Zeballos, quien ha puesto el énfasis en la importancia de que el productor empatice con sus clientes y atienda a sus demandas si quiere dar salida a su producción.

En la jornada, que ha servido para exponer los proyectos de investigación desarrollados por el CITA mediante financiación procedente del Fondo de Inversiones de Teruel (FITE), se ha ofrecido a todos los asistentes un aperitivo a cargo del restaurante 'La Ojinegra' de Alloza, que solo utiliza ingredientes ecológicos y autóctonos. Belén Soler, gerente del establecimiento, ha mostrado su apoyo a la recuperación de frutales de Teruel con un cáterin a base de tapas, yogures y compotas elaborados con manzanas de la tierra. Cada tercer jueves de mes, la localidad de Andorra, limítrofe con Alloza, celebra un 'agromercado' de carácter comarcal al que acuden los pequeños productores de fruta de la zona.

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