La propagación del muérdago preocupa a los alcaldes de la sierra de Albarracín

El consejero de Desarrollo Rural visitó ayer el taller de empleo de trabajos forestales y recogió las principales demandas de los municipios de la comarca.

El consejero de Desarrollo Rural conoció el trabajo de los alumnos del taller de empleo forestal.
El consejero de Desarrollo Rural conoció el trabajo de los alumnos del taller de empleo forestal.
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Su presencia no es tan escandalosa como la procesionaria, pero los efectos del muérdago sobre los pinos silvestres son todavía más dañinos que los que provocan aquellas orugas. La plaga, que se está propagando con gran rapidez en la sierra de Albarracín, preocupa a los alcaldes y vecinos de esta comarca, que temen que su principal recurso patrimonial pueda sufrir pérdidas irreversibles. Ayer tuvieron la oportunidad de manifestar sus inquietudes al consejero de Desarrollo Rural y Sostenibilidad, Joaquín Olona, que visitó el taller de empleo de Calomarde y Frías y se entrevistó con diversos ediles.


Dijo que el Gobierno de Aragón está colaborando con sus servicios técnicos, fundamentalmente, a través del laboratorio de sanidad forestal de Mora de Rubielos, en la búsqueda de soluciones a este grave problema, que, por el momento, se basan en tratamientos selvícolas.


El taller de empleo, en el que se forman 10 alumnos de entre 26 y 54 años para obtener la titulación de auxiliar en aprovechamientos forestales, aborda, precisamente actuaciones planificadas de tala, clareo y catas sanitarias, estas últimas destinadas a controlar la plaga de muérdago. Los alcaldes de la zona saben que esta planta puede acabar en un proceso lento pero letal con los pinos, mientras que la procesionaria, que este año ha causado tanta alarma, solo provoca la pérdida de vigor de los árboles, si bien resulta un importante problema de salud pública.


El director del taller de empleo, Ricardo Forcadell, señaló que en estos momentos el muérdago ha afectado a 8.000 hectáreas de pinares, 2.000 de los cuales de forma grave. Desde el centro, se enseña a los alumnos a combatir esta plaga, aunque reconoció que resulta una "batalla muy difícil". Por el momento, el único tratamiento se basa en podas y talas, principalmente estas últimas si hay mucha afección. "Se realizan con objeto de evitar que las aves, que son las propagadoras del muérdago a través de sus semillas, sigan extendiendo la planta", explicaba el director. Dijo que no hay tratamiento biológico que sirva, y el incremento de las temperaturas y el aumento de las aves, contribuyen a su expansión.


Si hasta hace poco la zona de Bronchales era la más perjudicada, ahora la plaga se está cebando con los montes situados entre Calomarde y Royuela, en los límites más inferiores del pino albar.


El alcalde de Calomarde, Andrés Hernández, señaló que ante el grave problema medioambiental, el Ayuntamiento ya ha realizado en poco tiempo dos cortas de madera destinadas a subastas, "más para limpiar el monte que por necesidad económica", explicaba. Según dijo, la planta parásita podía ser controlada de forma sostenible en el siglo pasado por los ganaderos, "que la retiraban de los pinos para alimento de los animales". "Pero –agregó– como la ganadería ha desaparecido, ya no existe esta práctica".


El presidente de la comarca, Pascual Jiménez, se lamentó de que esta plaga pueda suponer la pérdida "del principal potencial de la zona". Aclaró que, si bien a nivel productivo, en la actualidad los bosques no suponen el primer recurso económico de los pueblos de la Sierra por las fluctuaciones del mercado maderero, en el ámbito paisajístico representan un puntal básico. De hecho, el recurso forestal ocupa casi 120.000 hectáreas de superficie. El alcalde de Bronchales, Jorge Hernández, tras reunirse con el consejero, hizo hincapié en la vocación turística de la zona. "Le vemos más valor al pino que está de pie que al que está cortado, por eso nuestro interés es paisajístico", dijo.

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