Los trabajos de restauración de la última mina de carbón de Endesa llegan a su término

La compañía ha recuperado el paisaje degradado por la extracción de mineral en cuatro explotaciones. Se han creado lagos y en algunas zonas se han plantado diferentes especies arbóreas.

Un grupo de operarios trabaja en la reforestación de Corta Gargallo, la última mina de Endesa.
Un grupo de operarios trabaja en la reforestación de Corta Gargallo, la última mina de Endesa.
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La imagen que proyecta actualmente la Corta Gargallo Oeste, un paraje ubicado en Estercuel, no guarda ningún parecido con el que tuvo hace años, el de una mina de carbón, rodeada de un terreno estéril sin un atisbo de vegetación en muchos metros a la redonda.


Pero este paisaje desolador lo recuerdan a la perfección los vecinos de la zona, que observan cada día cómo la mina, la última a cielo abierto que explotó Endesa en la cuenca minera turolense, se ha convertido en un espacio natural diferente, con su flora y fauna características. Desde que en junio de 2012 se extrajera la última tonelada de lignito, los cambios en el entorno paisajístico del centro de la explotación han sido muy significativos.


La restauración de esta última cantera está llegando a su fin y este año se está desarrollando la fase de mantenimiento y vigilancia, con trabajos puntuales de desbroce y control. Como, por ejemplo, estudios de calidad del agua de los lagos en los que se mide el PH para valorar sus usos.


Desde 2012, en el pozo se han perfilado los taludes, se han plantado 62.000 unidades de especies arbóreas y arbustivas, se han recuperado alrededor de 40 hectáreas de plataforma para uso cerealístico y se ha creado un lago en el fondo de mina de más de seis hectáreas de superficie con 200.000 metros cúbicos de agua. En la explotación existen dos lagos o humedales principales pero también hay otros más pequeños que permiten regular el flujo de agua y facilitar que se fije la fauna, lo que permite crear un ecosistema perdurable para diferentes especies.


Está previsto que a final de este año, y una vez recuperado todo el valor paisajístico y natural del entorno, el pozo revierta al Ayuntamiento de Estercuel en forma de terreno para que el municipio pueda darle la utilidad que crea conveniente. "Tendremos que estudiar y valorar los posibles usos que se le puede dar para sacar algún tipo de rendimiento", detalla el alcalde, Joaquín Lahoz.


Asegura que, de momento, todavía el paisaje es muy agreste pero no descarta poder aprovecharlo como producto para usos turísticos. "Podríamos plantear alguna ruta senderista", manifiesta.


Desde finales de los años 80, y, según la normativa que regula esta actividad industrial, las compañías mineras tienen la obligación de presentar planes de restauración al mismo tiempo que comienzan a explotar las minas. El gran reto es mantener la extracción del carbón simultáneamente a la preservación del medioambiente y a la reducción de la contaminación. No todas lo consiguen, pero en esta zona de la cuenca, la intervención es bastante modélica.


En total, han sido cuatro las minas a cielo abierto que el Centro Minero de Endesa ha explotado en esta zona: Corta Alloza, Corta Barrabasa, Corta Gargallo y Corta Gargallo Oeste. Han afectado a 865 hectáreas de superficie. Las primeras labores de restauración empezaron en los años 80 y, hasta la fecha, se han restaurado 900 hectáreas y se han plantado más de 1.000.000 de unidades de frutales y especies arbóreas y arbustivas. Desde la empresa recuerdan que fue Corta Alloza la primera explotación que se restauró en la Val de Ariño. Allí se han generado unos humedales catalogados ahora como espacio natural protegido. De hecho, se ajustan a la ley de humedales singulares de Aragón.


Los lagos están acogiendo constantemente diferentes especies de aves, anfibios y especies animales y vegetales que han encontrado en los vestigios mineros un hábitat idóneo para instalarse.

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