Emma Buj 'toma' el mando y se da un baño de popularidad en el Arrabal

La fiesta del ‘matacerdo’ del barrio del Arrabal de Teruel sirvió ayer como acto de presentación público de la primera teniente de alcalde, la popular Emma Buj, como alcaldesa de hecho tras la renuncia presentada el pasado miércoles por Manuel Blasco para dedicarse en exclusiva a su escaño del Congreso. Aunque el cese de Blasco de todas sus funciones no será oficial hasta mañana, lunes, cuando el pleno municipal recibirá la notificación de la dimisión, Buj fue recibida junto a las hogueras donde se preparaba el mondongo como primer edil del Ayuntamiento e incluso se dejó fotografiar junto a grupos de vecinos que no quisieron perder la ocasión de inmortalizarse "con la alcaldesa".

La Asociación de Vecinos del Arrabal, organizadora del ‘matacerdo’, invitó al vecindario y a los concejales del Ayuntamiento, que, salvo contadas excepciones, acudieron al festejo. Los ediles del equipo de gobierno, del PP, fueron los últimos en llegar, y lo hicieron con Emma Buj al frente. El alcalde Manuel Blasco, todavía en ejercicio, no se dejó ver por el barrio y cedió todo el protagonismo a su sucesora. La representación popular estuvo reforzada con la presidenta provincial del partido, la senadora Carmen Pobo.

Emma Buj saludó efusiva a los organizadores al llegar y captó la atención del respetable ante la inminencia de su toma de posesión como alcaldesa tras el acuerdo alcanzado con Ciudadanos para facilitar su investidura. La sesión que la proclamará alcaldesa se celebrará en el plazo de diez días. Varios asistentes al matacía pertenecientes a la Hermandad de Veteranos de las Fuerzas Armadas aprovecharon para fotografiarse con la protagonista política del evento.

El presidente de la Asociación de Vecinos del Arrabal, Miguel Ángel Górriz, explicó que cada año celebran el ‘matacerdo’ para rememorar el origen agrícola y ganadero del barrio. Señaló que esta costumbre servía para llenar la despensa de carne y derivados del cerdo para afrontar el invierno. Górriz indicó que, desde primera hora de la mañana, un nutrido grupo de voluntarios y voluntarias trabajó para despiezar y picar la carne de cerdo, preparar los embutidos y cocinar las migas que se sirvieron para desayunar. En total, la fiesta, que este año adquirió un excepcional trasfondo político, contó con la participación de unas 450 personas, que, en el almuerzo, la comida y la cena, despacharon 200 kilos de carne.