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Las deficiencias de la intermodal siguen creciendo y ni siquiera se ha abierto entera

INFRAESTRUCTURAS

Otro bloque de oficinas, donde también se proyectó un centro de negocios, se mantiene incompleto siete años después de la apertura. El ADIF oculta estos espacios vacíos con grandes vinilos y todavía no se ha rematado el pavimento ni los falsos techos. La climatización es insuficiente porque nunca se ha encendido la central de cogeneración ideada para alimentar todo el complejo.

La estación intermodal de Delicias atesora miles de metros cuadrados inutilizados desde su inauguración hace seis años mientras las deficiencias, lejos de corregirse, persisten desde el primer día e incluso crecen. No solo están vacías las oficinas del vestíbulo de llegadas, que ahora se piensan rehacer, sino que hay otros dos bloques cerrados a cal y canto en la misma fachada del hotel, destinados a más oficinas y a albergar el fallido centro de negocios. En ningún caso se han llegado a estrenar pese a ocupar cuatro plantas.

 

Para ocultar estos espacios a viajeros y visitantes, el ente público Administrador e Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) decidió empapelar las fachadas de cristal exterior e interior con gigantescos vinilos blancos, que se combinan con las cortinas del hotel de cuatro estrellas, de la misma tonalidad. La diferencia es que tras los adhesivos no hay nada, solo la estructura de hormigón de la terminal. En las plantas superiores, donde ya no se puede apreciar el abandono, las vidrieras están despejadas.

 

Pese a que estos espacios sí permitirían adaptarse a las necesidades de oficinas del ADIF, el ente público ha escogido los casi 13.000 metros cuadrados del vestíbulo de llegadas, cuyas cuatro plantas están acabadas, incluso con la iluminación instalada en el falso techo. Esta parte de la estación se pretenden ahora remozar porque la obra hecha en su día no sirve ni se ajusta a las necesidades ni a la normativa vigente. Allí irán a trabajar un centenar de trabajadores del ADIF que deben desalojar El Portillo para permitir su urbanización.

 

Pero esta no es la única deficiencia de calado en una macroestación que se adjudicó en 166 millones de euros y que sufrió múltiples sobreprecios que dispararon la factura hasta los 237 millones, según la última revisión que enfrentó a las contratistas con el Ministerio de Fomento. De hecho, en la segunda fase de las obras se incluyó la construcción de una central de cogeneración para generar toda la electricidad necesaria para la estación, pero nunca ha llegado a funcionar. Esta segunda fase se adjudicó por 84 millones.

 

El ADIF fue incapaz de explicar, e incluso reconocer, las razones por las que tiene semejante inversión inutilizada pese a que este diario se puso en contacto con el gabinete de prensa en varias ocasiones a lo largo de esta semana.

 

Esta incidencia tiene mucho más calado, ya que toda la climatización de la terminal diseñada por los arquitectos Ferrater, Valero y Arranz dependía precisamente de dicha central, ubicada bajo la terminal de autobuses. De haber funcionado, el suelo radiante instalado en los andenes tendría el suministro de agua caliente garantizado y el hotel no tendría los antiestéticos equipos independientes de climatización coronando la fachada. Y con el autoabastecimiento de electricidad garantizado, tenían sentido las cortinas de aire caliente sobre las vías, a modo de centro comercial para cortar la entrada del frío, que se previeron y que nunca se instalaron. Todo el sistema se iba a alimentar de gas natural y, según el proyecto, aún sobraría electricidad para evacuarla a la red y generar ingresos.

 

Y aunque estuviera operativa esta central de cogeneración, antes habría que arreglar desaguisados. Fuentes próximas al ADIF aseguraron que las tuberías del hilo radiante están agujereadas por los anclajes del mobiliario instalado en los andenes. "El sistema tiene fugas que se podría subsanar de una forma sencilla, pero no se ha hecho nada", indicaron.

Tampoco se han solventado las innumerables goteras de la cubierta, tan grande como la plaza del Pilar, y se optó desde el primer día por un apaño que salta a la vista: el personal instala un cartel amarillo de peligro en los charcos de mayor tamaño que aparecen en vestíbulos y andenes.

 

En otros casos, las incidencias tienen difícil corrección. Es el caso del pavimento elegido para los vestíbulos y las aceras, un manto de baldosas de pizarra que se rompe con facilidad y que provoca que no haya zonas sin daños. El ADIF ha intervenido en varias ocasiones, la última hace solo un mes, pero sigue habiendo decenas de piezas rotas. "Tendría que levantar la mitad del suelo, lo que ahora en plena explotación es inviable por las molestias y por la propia imagen", sostuvieron fuentes ferroviarias.

 

También se ha visto afectado en uno de los módulos de oficinas del vestíbulo de oficinas, cuya cristalera se ha rajado por un posible fallo de la estructura. Hace un mes, su perímetro estaba acordonado por seguridad, pero esta semana ya se había retirado el cordón pese a que el cristal sigue roto y cubierto con cinta de embalar.

 

Las deficiencias también son una cuestión de "desidia", según las citadas fuentes, ya que en las salas de descanso de los maquinistas e interventores de Renfe no se puede ver la televisión ni navegar por internet. "Alguien se ha olvidado de dar una infraestructura mínima de telecomunicaciones en la zona del vestíbulo de llegadas, donde se sitúan estas salas", concluyeron.

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