Danzantes por un día para celebrar el aniversario de boda: "Es el regalo más bonito"

Un grupo de amigos festeja cada 14 de agosto la fecha del enlace entre Miguel Ángel Giménez y Esther Botaya emulando el dance de las Cintas "con cariño y respeto".

Cada 14 de agosto, desde hace ya 13 años, un grupo de amigos de las peñas La Parrilla y Alegría Laurentina se citan en la plaza de Urreas, en un lateral de la basílica de San Lorenzo, para celebrar el aniversario de boda de Miguel Ángel Giménez y Esther Botaya emulando "con cariño y desde el máximo respeto" a los Danzantes de Huesca

Y es que se colocan unas bandas verdes con la imagen del patrón -similares a las que lucen los miembros de esta histórica agrupación-, se anudan la pañoleta a la cabeza y bailan el dance de las Cintas en torno a un palo que imita el original.

Fue el regalo que les hicieron en su día aprovechando que se casaban en plenas fiestas de San Lorenzo. "Nos dijeron que habían estado ensayando mes y medio y justo antes del entrar al restaurante del banquete, hicieron el baile y les salió a la primera", recuerda Miguel Ángel. Y tanto les gustó que desde entonces han repetido el baile casi todos los años, salvo en la pandemia. "Siempre se hace con todo el cariño del mundo y con respeto a los Danzantes, a las fiestas...", remarca.

Aniversario de boda con homenaje a los Danzantes de Huesca

Esther Botaya reconoce que "fue el regalo de boda más bonito que jamás me podrán hacer porque me pareció que el tiempo que habían invertido para hacernos felices a nosotros había sido algo maravilloso". Se siente laurentina por los cuatro costados y, de hecho, lleva más de 40 años como socia de la peña La Parrilla. Por eso, cuando decidió casarse "tenía claro que tenía que ser en San Lorenzo, la única pena que no pudo coincidir el sábado con el 10 de agosto", afirma.

El ebanista Paco Ferrer fue el artífice del palo de las cintas, hecho de madera de haya. "Como tanto mi cuñada como su marido eran dos peñistas muy de San Lorenzo, se nos ocurrió hacerle esta sorpresa", recuerda. Aunque no es un vals excesivamente complicado, tuvieron que hacer varios ensayos previos "hasta que nos salió medianamente bien". Y deja claro que no tienen intención de que nadie haga comparación alguna con los Danzantes originales, "solo queremos pasárnoslo bien y punto", subraya.

Cada una de las cintas lleva el nombre y una dedicatoria de la persona que la llevó aquel primer día. "Y procuramos cada año cogernos la nuestra, aunque siempre suele haber bajas y entonces algún crío ya va cogiendo el relevo", explica Joaquín Botaya. Entre el público hay muchos fieles como Ángeles, madre de Esther, de 93 años.

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