La muerte de Álex Villar conmocionó este viernes a los vecinos de Escarrilla, donde residía este joven madrileño de 34 años que llevaba la mitad de su vida vinculado al Pirineo. "Es una pena muy grande cuando hay personas que arriesgan tantas cosas para satisfacer a los demás", señaló muy afectado un vecino que le conocía hacía tiempo.

Su familia tiene un apartamento en este pueblo del valle de Tena, lo que le permitió cultivar su pasión por todos los deportes de montaña, aunque el salto base era el que más le tenían "enganchado". De hecho, llegó a entrenar con uno de los mejores equipos del mundo de esta disciplina.

Desde que se inició en este deporte en 2015 no había parado de practicarlo, y más en concreto la modalidad denominada ‘proximity’, un vuelo con traje de alas cerca del terreno en las montañas. Hacía también de guía y en su canal de Youtube se pueden ver saltos en lugares como Peña Telera, Bujaruelo, Peña de Hoz, la Aguja de Podiellos o la misma Punta Calva donde perdió la vida.

También era instructor de paracaidismo, donde acumulaba más de 2.000 saltos de avión, y de parapente y speedfly, según explica la web donde ofrecía sus servicios (un salto base, por ejemplo, tenía una tarifa de 300 euros). Además, contaba con el título de especialista de cine.

En septiembre de 2019, se hizo viral un espectacular salto en el que atravesó el emblemático arco natural de Piedrafita. Se lanzó desde 2.550 m con su traje de alas y voló a una velocidad de entre 190 y 230 km/h para recorrer 1.500 m con un desnivel de otros 1.000 m. Una de las hazañas más impresionantes realizadas en esta modalidad deportiva en todo el mundo.

Un reto que estuvo preparando concienzudamente durante un año para poder hacerlo con plena seguridad. "El que improvisa se mata a la primera. Es un deporte con un riesgo alto que lo practicamos gente profesional que nos lo tomamos muy en serio, no es ninguna locura como piensa mucha gente", manifestó en declaraciones a HERALDO DE ARAGÓN.