Familia de refugiados afganos en Huesca: "La gente aquí es encantadora, nos ha ayudado en todo"

La llegada de familias como la de Sohrab y Manizha Basharat, junto con sus tres hijos, ha impulsado a la ciudad a su récord de habitantes.

Sohrab y Manizha Basharat con sus hijos Siavash, Adrina y Kiavash, en un parque de Huesca.
Sohrab y Manizha Basharat con sus hijos Siavash, Adrina y Kiavash, en un parque de Huesca.
Verónica Lacasa

Sohrab Basharat, periodista de 40 años, y su mujer Manizha, una activista de temas de género de 36, pasaron a estar en el punto de mira de los talibanes cuando regresaron al poder en Afganistán en agosto de 2021. No les quedó otra que intentar huir "porque nuestra vida corría peligro", aseguran, y gracias a la ayuda de muchas personas, entre ellas el grupo de voluntarios People Help, lograron escapar primero a Pakistán y de allí a España para llegar al final a Huesca. Llevan casi seis meses en la ciudad y dicen estar "muy contentos", sobre todo por ver a sus tres hijos, Siavash (11), Adrina (9) y Kiavash (2 años y medio), vivir libres y felices.

La llegada de refugiados de Afganistán, Siria, Ucrania, Colombia, Venezuela u Honduras ha impulsado a Huesca hasta un nuevo récord de población, alcanzando los 54.498 habitantes. De hecho, esta familia comparte alojamiento con otros refugiados acogidos por la fundación Apip-Acam.

Su huida no fue sencilla. En noviembre de 2021 lo intentaron por primera vez "porque para periodistas, activistas, militares o cualquier persona que no estuviera de acuerdo con los talibanes, era imposible quedarse en el país", relata Sohbra. En su caso, era un objetivo claro para el régimen ya que como periodista, escribía a diario sobre los crímenes que cometían. "Si viviera allí, podrían matar a toda mi familia porque no estoy de acuerdo con su ideología", dice.

La familia tuvo que huir de Afganistán porque su vida corría peligro.
La familia tuvo que huir de Afganistán porque su vida corría peligro.
Verónica Lacasa

Unos amigos les consiguieron un visado y viajaron a Torkham, la frontera entre Afganistán y Pakistán. "Estuvimos con mi familia dos días y dos noches esperando a cruzar y pasamos muchísimo frío", recuerda. Pero los militares paquistaníes les negaron la entrada diciéndoles que el visado era falso y que tenía que volver a Kabul a por otro. "No les gustaba que los refugiados pudieran ir de un país a otro", denuncia.

Entonces, People Help le puso en contacto con una periodista de la BBC (ahora freelance), Nadene Ghouri. "Me dijo que nos iba a salvar", cuenta emocionado. Y es que los talibanes habían puesto una tasa de 400 euros por visado que ellos no podían pagar. Por mediación de otra oenegé que ayuda a afganos en alto riesgo a salir del país, Too Young To Weed, les dieron el visto bueno al visado para llegar a Islamabad.

Allí vivieron otros ocho meses hasta que la embajada de España, gracias a la oenegé People Help, les autorizó a volar a Madrid, donde llegaron el 3 de julio de 2022. Y después de varias semanas recalaron en Huesca el 26 de agosto.

"La gente aquí es encantadora"

Reconocen que es una ciudad "perfecta" para su familia "porque es pequeña así que no necesitas usar transporte público para moverte". Pero lo que más valoran es la acogida que les ha brindado España. "Hablamos con refugiados de otros países y nos dicen que quizá estén mejor económicamente pero el ambiente social que tienen no es bueno, como Alemania. Aquí, en cambio, la gente ha sido encantadora y nos ha ayudado en todo", valoran.

Además, les llena de alegría ver la cara de felicidad de sus hijos al ir a la escuela. "Estos días de vacaciones solo me preguntan cuándo pueden volver al colegio Juan XXIII porque su relación con sus compañeros y con los profesores es muy buena y se preocupan mucho por ellos", agradecen. Para ambos, la educación es la única vía para progresar "y en Afganistán el nivel ha bajado con los talibanes". Y denuncian especialmente el trato hacia las mujeres "porque no quieren que vayan al colegio ni a la universidad ni que trabajen, solo que se queden en casa".

El 10 de enero tienen que ir a comisaría a tramitar el NIE y, aparte de conseguir una cita de Fisioterapia para un problema que tiene su hijo pequeño en la mano, su siguiente meta es seguir aprendido el idioma para poder encontrar un trabajo "y empezar una nueva vida". Además, otra de sus preocupaciones es sacar a su familia de Afganistán "como sea". Con todo, no renuncia al sueño de volver a su país "porque algún día será libre", dice convencido. Para ello, reclama "que no haya diferencias de género, que hombres y mujeres tengan los mismos derechos, que el futuro de los niños esté garantizado y que haya libertad para elegir ideología".

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