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Quinto aniversario de la vuelta de los bienes retenidos en Lérida: "Teníamos claro que o íbamos o no volverían"

Nacho Escuín era director general de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón cuando, el 11 de diciembre de 2017, se recuperaron, con orden de juez y el auxilio de la Guardia Civil, las 44 pieza retenidas en Lérida. 

Nacho Escuín, director general de Cultura de la DGA.
Nacho Escuín, en una imagen de archivo cuando era director general de Cultura y Patrimonio de la DGA.
José Miguel Marco

El exdirector de Patrimonio, Nacho Escuín, recuerda cómo vivió el operativo dirigido a recuperar las 44 obras de Sijena que retenía el museo catalán.

¿Qué simboliza para usted la fecha del 11 de diciembre de 2017?

Todavía es uno de los momentos más intensos de una vida, es decir, algo que sigue palpitando en tu cabeza y que cada cierto tiempo te vuelve a la memoria.

¿Quién dio luz verde a la incautación de las obras?

El juez fue el que autorizó la recuperación forzosa. Después de varios incumplimientos, teníamos claro que o íbamos a por las obras o no volverían. Y fuimos con muchísima determinación. Teníamos claro que nos las íbamos a traer.

¿Cómo y cuándo comenzó a gestarse el operativo?

Tuvimos diferentes reuniones previas con los responsables de las fuerzas de seguridad, que fueron los que determinaron que la operación tendría lugar de madrugada. El objetivo era evitar determinadas situaciones que después nos tocó vivir. Nunca llegamos a imaginar un ambiente tan hostil.

A las 4.00 llegaron al Museo de Lérida. ¿Con qué se encontraron? 

Los problemas comenzaron en la misma puerta. A nuestro responsable de prensa no le dejaron acceder en toda la noche y tuvo que quedarse fuera, sin poder ni siquiera usar el servicio. Al principio, yo mismo tuve problemas, aunque tuvieron que ceder, ya que el director catalán de Patrimonio ya estaba en el interior y por lo tanto, estaba claro que o los dos o ninguno. Los responsables y técnicos del museo catalán mantuvieron además una actitud de brazos caídos. De hecho, pudimos completar la operación gracias al trabajo previo de nuestros técnicos y a la profesionalidad de la empresa especializada de transporte. Y eso nunca lo entendí. Los técnicos son técnicos y deben hacer su trabajo. La situación ideológica debe quedar siempre a un lado. Pero el asunto estaba muy caldeado y politizado.

Salieron diez horas después, ¿cómo recuerda aquel momento?

Para nosotros, fue todo muy impactante. Ninguno de nosotros había vivido algo similar. Al salir, recibimos insultos, nos tiraron objetos, supimos que había periodistas aragoneses que lo estaban pasando mal,… había cosas que estaban totalmente fuera de lugar. Nosotros solo estábamos cumpliendo un mandato judicial; no estábamos haciendo nada que implicase ir contra el Estado de Derecho. 

Con la perspectiva que da el paso del tiempo, ¿cambiaría algo? ¿Cree que podría haberse resuelto de otra forma?

Obviamente, la situación actual es distinta, pero yo volvería a apostar por la misma decisión, ya que se trataba de recuperar un patrimonio que nos pertenecía y que se había convertido en un símbolo de Aragón; era una cuestión de justicia y autoestima. Y con este tipo de cosas no se debe jugar; se debe transmitir un mensaje claro y actuar con determinación.

¿Tuvo algo que ver la aplicación del artículo 155? 

Para el desarrollo de los hechos, no. La decisión fue tomada por el magistrado con el fin de cumplir una sentencia judicial. Ahora bien, sí avivó el conflicto social e hizo que resultara muy duro. Y no solo esa noche. A nivel personal, recibí muchísimos insultos en las redes sociales, incluso de un conservador del Museo de Lérida, y a raíz de ello, dejé de usarlas.

¿Qué sintió al llegar con las obras al monasterio de Sijena?

Aunque agotados, sentí una enorme sensación de tranquilidad al haber cumplido con lo que teníamos que hacer. De la llegada, recuerdo especialmente el abrazo con la entonces consejera de Cultura, Mayte Pérez, quién nos iba a decir qué íbamos a vivir algo así cuando tomamos posesión de nuestros cargos, y la alegría de la gente, que después respondió acudiendo masivamente a ver las obras. La gente tenía ganas de ver aquello y reivindicarse en su propia autoestima.

¿Cómo cree que se resolverá el conflicto por las pinturas que siguen en el MNAC? 

Ahora lo sigo a distancia, a través de los medios de comunicación, pero con el convencimiento de que la justicia acabará dando la razón a quién la tiene. Estoy totalmente convencido de que pronto estarán en Sijena.

Ha recuperado su faceta de docente y escritor. Sijena y en particular, aquella larga noche dan para más de un poema… 

De vez en cuando si me viene a la cabeza la posibilidad de escribir algo de aquella noche, incluso de novelar lo que sucedió, pero también pienso que está excesivamente reciente y que todavía quedan cuestiones prioritarias por resolverse. Antes es preciso asistir al regreso total de todo lo que debe volver.

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