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La historia de Gonzalo o cómo vivir en una cabaña, solo, en mitad del valle de Benasque

Hace unos meses Gonzalo Barrio se mudó a un prado en el corazón del valle de Benasque para vivir, durante un año, con lo mínimo imprescindible. ¿El objetivo? Volver a conectar con sus raíces.

Gonzalo Barrio, en su cabaña.
Gonzalo Barrio, en su cabaña.
C.I.

La historia de Gonzalo Barrio (Burgos,1983) siempre ha sido y será una página en blanco con respecto a lo que le depara el futuro. El ilustrador prefiere vivir al día. Algo que hoy muchos dicen y piensan, pero que pocos aplican en su vida. Así surgía precisamente el reto de ‘Back to the roots’ (volver a las raíces); proyecto que, como su nombre indica, invita a volver a nuestras raíces, a aquella forma de vida en la que no se necesitaba mucho para vivir.

Y en eso que llegó al pirineo aragonés por accidente, de viaje con unos amigos. “Vine con unos colegas a hacer el Aneto, y me dio por pensar en si realmente estaba haciendo lo que quería hacer en la vida. Entonces cerró la agencia de publicidad en la que trabajaba y surgió la oportunidad de plantearme una nueva forma de vida”, admite.

Sin embargo, lo que empezó como un experimento consistente en construir su propia cabaña de madera en medio de la nada y vivir con lo mínimo necesario, se ha acabado convirtiendo en un proyecto viral que atesora más de 65.000 seguidores en Instagram donde el burgalés cuenta su historia. En el interior de la casa, de apenas 20 metros cuadrados, hay una chimenea, un pequeño fuego, una estantería con su ropa y enseres personales, y una mesa con el ordenador desde el que sigue trabajando como ilustrador.

En el exterior hay leña amontonada, una placa solar que le suministra la energía necesaria para vivir, y una fogata circular de piedra donde, en ocasiones, cocina. ¿El resto? Un paisaje imponente marcado por las montañas que rodean el valle, y su cabaña. Todavía hoy conserva los primeros bocetos de la que hoy es su casa. “Jamás había construido nada en mi vida”, admite, orgulloso. Del papel, los planos pronto cobraron vida, gracias, eso sí, a la ayuda de un buen puñado de amigos que jamás lo dejaron solo.

“En junio de 2020, mis amigos y yo tuvimos que dejar nuestra casa en Castejón de Sos porque decidieron venderla. Les propuse acampar ese verano. No me terminó de convencer, así que lo hice por mi cuenta”, rememora. El lugar elegido fue el valle de Benasque, donde un amigo le cedió el prado en el que hoy se encuentra. Fue entonces cuando descubrió que era así cómo quería vivir, al menos por ahora. “Me di cuenta que por primera vez en mucho tiempo era muy feliz”, admite.

Con la llegada del frío, tocó replantearse esta solución habitacional. “Tocaba mudarse a otro lugar, o montar una cabaña para pasar el invierno. Me decidí por esto último. Pensé que me llevaría unos días y tardé seis meses”, asevera. Mientras se quedaba en casa de un amigo, y estudiaba tutoriales de cómo construir esta casa, el plan comenzó a cobrar vida. El 13 de noviembre de 2021 coloqué la primera piedra.

Gonzalo sigue trabajando como ilustrador desde su 'retiro'.
Gonzalo sigue trabajando como ilustrador desde su 'retiro'.
C.I.

Lo último que colocó fue una cabeza de ciervo que encontró su perro, Yako, el cual murió pocas semanas después de mudarse a vivir a la pradera. “Fue mi compañero de vida durante 13 años. Esta casa estaba pensada para los dos”, asegura. De hecho, este pastor de Malinois contaba con su propia ventana con vistas al valle.

En cuanto al objetivo de este proyecto, no es otro que demostrar que se puede vivir con lo mínimo necesario durante las cuatro estaciones del año. “Después desmontaré todo y dejaré el prado como estaba”, afirma. ¿El siguiente paso? “Todavía es muy pronto para decirlo, pero si todo sale bien, intuyo que me podría llevar al otro lado del charco. Lo único que tengo claro es que voy a seguir viviendo en la naturaleza, y que quiero que sea todavía más salvaje que está. Que sea una experiencia para seguir creciendo, aprendiendo y evolucionando ”, reflexiona.

Hace unos meses Gonzalo Barrio se mudó a un prado en el corazón del valle de Benasque para vivir, durante un año, con lo mínimo imprescindible. ¿El objetivo? Volver a conectar con sus raíces

Salvaje y simple

De forma paralela, Gonzalo Barrio decidió volcar toda esta experiencia vital en su propia marca de ropa, que lleva por lema ‘Wild & Simple’ – Salvaje y simple-, como describe su propia forma de vida. “Me di cuenta de que si quería transmitir esta filosofía, tenía que aplicarla a mi propia vida”, explica el burgalés, que reconoce que tras años trabajando y creando para otros, hacía tiempo que sentía el impulso de hacer algo propio.

Hoy, diseña camisetas, sudaderas, gorras y tazas, con filosofía. “Mi propósito va mucho más allá de vender prendas. Yo no necesito prácticamente nada para vivir. Lo que quiero es inspirar a la gente a reconectar con la naturaleza”, explica. De hecho, suele alternar sus trabajos de diseño con otros temporales que van surgiendo por la zona.

Además, por cada producto que vende a través de su web, dona 2 euros a un proyecto de reforestación en la región Madre de Dios, en Perú; hogar de más del 10% de todas las aves del mundo y zona considerada de alto riesgo para la deforestación. “Soy feliz, porque siento que por fin estoy siguiendo mi camino en la vida”, concluye.

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