Las psicólogas del IMLA dan credibilidad a la niña que acusó a su padre de violarla 8 veces

Un psicólogo forense de la defensa niega que la menor presente síntomas de haber sido víctima de abusos sexuales. El juicio ha quedado visto para sentencia y todas las partes han mantenido sus peticiones iniciales.

Segunda sesión del juicio en la Audiencia Provincial de Huesca contra un hombre acusado de violar a su hija menor y de maltratar a su exmujer.
Segunda sesión del juicio en la Audiencia Provincial de Huesca contra un hombre acusado de violar a su hija menor y de maltratar a su exmujer.
Rubén Darío Núñez

Las dos psicólogas del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) que examinaron a la niña que acusó a su padre de violarla hasta en ocho ocasiones en su domicilio de Huesca a lo largo de dos años -cuando ella tenía entre 10 y 12 años- consideran que su testimonio es "creíble" porque su relato tenía una estructura lógica pero no cronológica, estaba incardinado en el espacio y en el tiempo y describía detalles e interacciones con el agresor sucedidas durante los hechos. Además, observan en la menor síntomas de un trastorno de estrés postraumático. Una conclusión con la que ha discrepado frontalmente un psicólogo forense aportado por la defensa, quien ha echado en falta más pruebas para diagnosticar el citado trastorno y, además, ha negado que sus síntomas correspondan con una víctima de abusos sexuales infantiles

Las declaraciones de los peritos han centrado la segunda y última sesión del juicio que ha celebrado la Audiencia Provincial de Huesca contra Julián L. C. por violar presuntamente de forma continuada a su hija y maltratar a su exmujer. Ha quedado visto para sentencia tras la reproducción de la grabación de la declaración de la menor (a puerta cerrada para proteger su intimidad) y la exposición de los informes finales en los que todas las partes han mantenido sus peticiones iniciales: 19 años de cárcel en el caso de la Fiscalía y de la acusación particular, y la absolución por parte de la defensa. 

El equipo psicosocial del IMLA ha reconocido que quizá pueda restarle algo de credibilidad a la menor el hecho de que durante su declaración, ofreciera más detalles del maltrato de su padre hacia su madre que de las presuntas agresiones sexuales que ella misma sufrió. No obstante, también lo justifican "porque la vergüenza y el pudor que puede tener una adolescente al hablar de ello y porque su afán de protección hacia su madre". De hecho, creen que tardó en confesar las violaciones más de un año "porque intentaba evitar una situación de dolor a su madre y priorizaba el bienestar de ella sobre el suyo propio ya que su gran miedo era que su madre se llegara a suicidar", han manifestado. También han disculpado que en los menores concretar fechas es más complicado que en los adultos. 

Sin embargo, el psicólogo forense presentado por la defensa, Antonio Escartín, ha cuestionado el informe de las psicólogas del IMLA porque, a su juicio, no llevaron a cabo todas las pruebas clínicas establecidas para definir un posible trastorno de estrés postraumático "porque la entrevista que mantuvieron con la niña es insuficiente", ha subrayado. También discute que la menor no ofreciera más detalles de las presuntas agresiones sexuales "porque cada una es diferente" y que no la medicaran por ese trastorno. En opinión de este experto, la niña podría haberse inventado las acusaciones por el "odio" que tenía hacia su padre a raíz de las situaciones de maltrato a su madre que había presenciado durante años en su casa. 

Claros síntomas de una víctima de violencia de género en la mujer

Por otra parte, las dos psicólogas del IMLA también han asegurado que la exmujer del acusado también presenta sintomatología de un trastorno de estrés postraumático complejo como una autoestima muy baja, depresión, ansiedad, dependencia emocional e incluso justificación de las conductas de su agresor que son frecuentes en las víctimas de violencia de género. En este caso particular, consideran que se puede hablar más de un maltrato psicológico que fue aumentando a lo largo de los años. 

En esta segunda sesión, los médicos forenses que realizaron la exploración ginecológica de la niña tras la denuncia han afirmado que la única posible secuela física de las agresiones sexuales podría ser una rotura de himen antigua, aunque no han podido aclarar las causas ni establecer una fecha. Han añadido, además, que si hubiera sido accidental habría producido un sangrado y, por tanto, una atención médica que no estaba reflejada en el historial de la niña. 

Mientras, un médico aportado también por la defensa, Jesús Ruiz Pérez, ha rebatido estas conclusiones abriendo la posibilidad a que la causa de esa desfloración fuera distinta a la de una relación sexual como caídas o golpes de gran intensidad. Además, ha señalado que en ocasiones las agresiones dejan marcas físicas exteriores que en este caso no existían.

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