El glaciar de Monte Perdido se rompe por las olas de calor

Se confirman los "peores pronósticos" de los expertos, en un año catastrófico para todas las masas de hielo del Pirineo.

Abajo se puede ver la masa rocosa que divide en dos el glaciar inferior.
Abajo se puede ver la masa rocosa que divide en dos el glaciar inferior, en una imagen tomada la semana pasada.
IPE

"Se confirman los peores pronósticos". Con esta frase tan rotunda, los investigadores que hacen el seguimiento del glaciar de la Maladeta por encargo de la Confederación Hidrográfica del Ebro resumían la visita realizada hace unos días para su evaluación después del verano. "Ha sido el peor año de los 31 que llevamos midiéndolo, tanto en pérdida de superficie como de espesor", afirman. Calculan que la capa de hielo se ha reducido unos 3 metros en la parte superior.

Las olas de calor vividas este verano han convertido el 2022 en un año catastrófico para los hielos del Pirineo. No solo han reducido el espesor y la superficie sino que en el de Monte Perdido han provocado además su fragmentación, acelerando el proceso de desaparición.

Una imagen de la última medición en la Maladeta hace unos días.
Una imagen de la última medición en la Maladeta hace unos días.
CHE

Y no le ha ido mejor al Aneto. La fusión de la nieve se anticipó un mes y medio y dejó al descubierto el hielo fósil ya a finales de junio. Incluso la Guardia Civil tuvo que alertar a los montañeros de la peligrosidad de la ascensión a la cumbre y aconsejar una ruta alternativa para evitar el paso por el suelo helado.

Una prueba del retroceso en Monte Perdido es el hallazgo la semana pasada de unos restos humanos que habían permanecido ocultos durante años. Fueron precisamente los científicos del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE) quienes descubrieron los fragmentos óseos mientras realizaban trabajos de monitorización. "Se observa un deterioro muy marcado", señala Jesús Revuelto, investigador del IPE y especialista en nivología y glaciología. A falta de procesar los datos, su impresión es que se trata de uno de los peores años, que quizá supere los registros más negativos de campañas anteriores.

Ánchel Belmonte, director científico del Geoparque Sobrarbe-Pirineos, quien lo ha visitado en varias ocasiones este verano, comenta que en julio tenía el aspecto que suele tener en septiembre debido a la escasa innivación y a las altas temperaturas, muy tempranas y persistentes a lo largo de todo el verano, de forma que la cubierta de nieve enseguida desapareció.

Pero la peor noticia es su fragmentación. El glaciar inferior, que ya se separó del superior hace varias décadas, se ha dividido a su vez en dos, como pudieron constatar este sábado los participantes en la Fiesta de los Glaciares, una actividad de divulgación científica y sensibilización del Geoparque, en una salida guiada a Monte Perdido para observar de cerca el efecto del cambio climático.

Según explica Belmonte, en 2010 apareció una pequeña superficie rocosa en su mitad, que se ha ido agrandando con los años al concentrar más el calor y aumentar la fusión alrededor. Era previsible el desgajamiento, pero se ha precipitado este verano. "Ahora el afloramiento rocoso se ha hecho descomunal, completando la escisión en dos del piso inferior, que era el que tenía mayores dimensiones", señala el geólogo.

La parte fragmentada, menos dinámica, seguramente en no mucho tiempo pasará a ser un helero, pronostica este experto. "La otra presenta mejor estado de salud, con más grietas y más espesor. De los tres bloques, será la que sobreviva más tiempo". Pero en conjunto, el glaciar no solo tendrá menos superficie sino que al estar más expuesto, se acelerará todavía más su retroceso.

Los secretos que guarda el hielo

En esta situación, es normal que tanto los neveros que van desapareciendo como las masas de hielo arrojen objetos o cuerpos ocultos. Es el caso del piolet de las primeras ascensiones del siglo XIX encontrado en Monte Perdido hace un mes o de los huesos aparecidos la semana pasada, que están siendo objeto de una investigación por parte de la Guardia Civil y de los expertos forenses para confirmar si corresponden a algún alpinista desaparecido en las últimas décadas.

Los científicos encargados del estudio de Maladeta también encontraron hace unos días unos esquís, una mochila de cuero y un jersey de lana de hace más de 50 años. "Estaban incrustados en el hielo, por lo que no pudimos cogerlos. El año que viene ya estarán al aire", vaticinan.

El fenómeno es cada vez más habitual en otras cordilleras, como los Alpes. El pasado agosto, en Suiza, unos alpinistas hallaron huesos humanos en los glaciares de Chessjen y Stockji. Y en los mismos días, un guía se topó con restos de un avión que se había estrellado en 1968.

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