El reto en 42 etapas de unos padres zaragozanos con la 'mochila' del TOC

Carlos Ferraz y Menchu Casamayor quieren dar visibilidad al Trastorno Obsesivo Compulsivo, una enfermedad que sufre su hija, recorriendo el Pirineo desde el Cantábrico hasta el Mediterráneo.

Carlos y Menchu en una etapa por el Sobrarbe, delante del refugio de Viadós.
Carlos y Menchu en una etapa por el Sobrarbe, delante del refugio de Viadós.
Carlos Ferraz

A la pareja formada por Carlos Ferraz y Menchu Casamayor, el TOC (Transtorno Obsesivo Compulsivo) les puso la vida patas arriba, "hasta enviarnos al mas profundo de los abismos". Esta enfermedad mental interrumpió sus salidas anuales a la montaña con la familia, y en este entorno es donde han querido darle visibilidad a través de un reto solidario. El día 19 de agosto salieron de Zaragoza, donde residen, para recorrer 810 kilómetros del GR11, un sendero de gran recorrido por la vertiente sur de los Pirineos, desde el Cabo de Creus en el Mediterráneo al de Higuer en el Cantábrico. Dividieron el viaje en 42 etapas con un desnivel positivo de 40.597 metros, "algo más que subir el Everest cinco veces", dicen.

Tras hacer un duro camino por el trastorno que sufre su hija, han conseguido ver la luz y han querido compartir su experiencia con todos. Su viaje montañero es una parábola del peso que cargan las personas con TOC, cuentan, "una mochila diaria que lleva dentro muchas cosas que son cotidianas y fáciles para los demás, como levantarse, arreglarse o salir de casa", pero no para quien sufre este trastorno, al que hay que ayudar "a que su carga sea más ligera y a llevar en la espalda solo aquello que sea necesario". 

'42 TIPS (frases clave) por el TOC' es el nombre del proyecto, nacido para dar a conocer el trastorno obsesivo compulsivo y poner el foco en los problemas de salud mental, agravados por la pandemia. Cada día envían fotos o videos del lugar donde están a través de una cuenta propia de Instagram y con ellos un TIP recopilado de profesionales sanitarios, afectados y familiares.

Carlos Ferraz explica al acabar la etapa 25, que los ha llevado hasta Areu, en Lérida, ya cerca de Andorra, su conexión con este trastorno mental que tanto les ha afectado en su vida y que es sobre todo conocido por algunas películas que han hecho más mal que bien, afirma. Se caracteriza por pensamientos incontrolables y recurrentes, obsesiones, que producen gran ansiedad y que lleva a quien lo padece a tener comportamientos repetitivos, compulsiones. "Nuestra hija, que tiene ahora 22 años, desde los 13 empezó a hacer cosas raras. Algún profesional incluso nos indicó que la adolescencia se le estaba cruzando un poco, pero no fue un poco. Tuvo que dejar los estudios, cambiar de colegio, sufrió bulling... No entendíamos nada hasta que alguien nos dijo: 'Ojo, que esto se llama TOC'". A base de años, de luchar y trabajar mucho, han conseguido que tenga una vida normalizada. 

La decisión de darle visibilidad haciendo una travesía tiene que ver con su pasión de toda la vida por la montaña. "Hemos hecho muchas travesías con nuestros hijos. Hemos visto la gravedad del trastorno en la montaña, que es una de las cosas que nuestra hija tuvo que dejar". La pareja ha combinado su sueño de siempre de cruzar los Pirineos con la idea de dar a conocer el TOC. De hecho pertenecen a la asociación TOC Zaragoza, con la que trabajan para sensibilizar sobre este trastorno.

Su proyecto ha sido apoyado por numerosas personas y tienen cientos de seguidores en las redes sociales abiertas para explicarlo. Hacen de media diaria 20 kilómetros, con 1.000 de desnivel. Se alojan en refugios. Con la camiseta de la asociación TOC Zaragoza procuran, al llegar a los alojamientos, hablar con la gente para exponerles la cuestión. "Coincidimos en el refugio de Lizana con una asociación de Caspe. Hace dos días en otro contactamos con una persona que pertenece a otras asociaciones y también ha compartido nuestras publicaciones", cuenta Carlos.  

La pareja asocia la montaña al sufrimiento del trastorno obsesivo. "La persona que tiene el trastorno lleva una mochila muy pesada, pero poco a poco, con trabajo y bien dirigida, es más llevable y acaba pesando menos. Después de una gran subida, muchas veces hay una gran bajada", resume él. 

    

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